-Uno-

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Decidida a ir en busca de Noah, o almenos algo que me diera respuestas sali de mi casa sin ninguna dirección en especifico.

Ahora me encontraba dando vueltas por el parque que estaba a unas cuadras, pensando en que debía hacer. Suspire un poco y llegue a una conclusión:

¿Donde había empezado todo?

Exacto. En el instituto, entonces debía ser ahí donde necesitaba ir.
Antes decidí llamar a Julieta pero lo extraño fue cuando comence a buscarla en mis contactos y no aparecio, en lugar de eso solo aparecieron dos numeros; mi padre y mi madrastra.

¿Que rayos? ¿Donde estaban mis otros contactos?

Por fortuna me sabia de memoria el numero de ella.

—Contesta Julieta, contesta.

Suplique  para que respondiera mi llamada, al cabo de unos minutos ella lo hizo.

—¿Laila? ¡Estas bien! ¡Madre Mia!. Estaba preocupadisima, me han dicho que sufriste un accidente muy grave, ¡ademas de que las cosas se han puesto muy extrañas! Te necesito amiga..

—¿Que ha pasado? ¿Un accidente? ¿No se supone que el accidente lo sufrí en el instituto?

—¿Que? ¿Aca? ¡Para nada!, a mi me han dicho...

Y de un momento a otro la llamada se corto. Reviso lo que ha sucedido y me he quedado sin batería.

—¡No puede ser posible!—Exclame furiosa. ¿porque tenia que suceder justo ahora?.

Estaba tan molesta que tire mi movil al suelo, provocando que a este se le marcaran unas rayas en la pantalla. Probablemente ya no funcionaria.

No me había percatado de que alguien estaba observandome hasta que su voz me asusto. Era un chico.

—¿Estas bien? Vaya forma de tratar un móvil.—Recoge el celular y me lo extiende.—Al parecer necesitarás uno nuevo.

Tomo el celular sin muchas ganas,  de igual manera le agradezco y me dispongo a marcharme.

—¿Necesitas hacer una llamada? Puedo prestarte el mio.—Inquirió cuando estuve a punto de irme.

Lo pensé un momento,  necesitaba hablar con Julieta, por lo que acepte.

—Esta bien, no demorare tanto.

El se vio complacido ante mi respuesta y me presto amablemente su celular. Resignada comencé a marcar los números y esperar a que respondiera; el se alejo un poco, como si me quisiera dar espacio.

El timbre sonaba pero nadie contesto esta vez.

Volví a intentarlo una vez mas pero los resultados fueron los mismos, nadie respondía.

—¿Ocurre algún problema?—El chico se acerco a mi al ver mi desesperación.

—No, simplemente ella no respondió.

—¿Ella? Ah vaya, yo pensaba que llamarías a un chico.

Su pregunta me confundió.

—¿Porque llamaría a un chico?

El solo sonrio y se encogió de hombros.

—Nose, solo fue...una suposición.

Me gire dándole la espalda pero el me tomo del brazo.

—Espera, nisiquiera se tu nombre.

Vaya este chico estaba empezando a cansarme. Me tome unos segundos para analizarlo un poco, era un lindo chico, si, tenia ojos muy oscuros, buen cuerpo, piel  morena, bueno, no dudo que no tuviera a miles de chicas tras de el. Pero no era mi tipo, o talvez era que en mi corazón solo estaba Noah, aunque claro el es mucho mas hermoso que este chico.

Por cierto estaba perdiendo tiempo en lugar de investigar mas acerca de el, o de que fue exactamente lo que sucedio.

—¿Tienes que saberlo?—Exprese algo molesta, ya quería irme.

—No obligatoriamente, pero me gustaria, seria como un agradecimiento a el chico que te presto su movil.

Bufe un poco.

—Bien. Me llamo Laila, y si me permites...—Me safo de su agarre bruscamente.—Tengo que irme.

Camino sin prestarle atencion o detenerme esta vez. Escucho que a lo lejos grita.

—¡Me llamo Samuel! Por si querías saberlo.

Nisiquiera me detuve, seguí mi camino ignorandolo completamente. Mis esperanzas estaban acabandose, necesitaba ayuda.

Frote mi anillo lentamente, tenia que calmarme o perderia la cabeza. De un momento a otro los recuerdos de Noah desapareciendose venian a mi cerebro. ¿Y si mi padre tiene razon? ¿Y si todo esto es un sueño?.
En cuestion de minutos las gotas se hicieron presentes formando asi una gran lluvia, nisiquiera me importaba estarme mojando, o que estuviera vagando en las calles; solo me preocupaba una maldita cosa.

El.

Quería volver a verlo, volver a tenerle, quizás fue poco tiempo pero lo suficiente para quererlo tanto. Me hundi entre los recuerdos sentandome en una banqueta, dejando que mis lagrimas se mezclen con la lluvia.

Dejando fluir todo.

Al cabo de un par de horas un auto se detuvo frente mio. Lo reconocí.

—¡Hey Laila!—Exclamo mi padre mientras bajaba y se dirigia hacia mi.—Ven conmigo, estas toda empapada, no debiste salir.

Me ayuda a levantarme y me adentro en el auto. El también lo hace y comienza a conducir.
El trayecto es muy silencioso, hasta que decido hablar.

—¿Como es que sabias donde estaba?

El tomo un poco de aire.

—Tampoco estabas tan lejos.

—Tampoco estaba tan cerca.

El sonrio ante mi respuesta. Siempre hemos sido asi, uno dandole la contra a el otro, excepto cuando esta Marlene, mi madrastra, ella odia que hablemos asi.

—Da lo mismo. ¿Estas bien?

Asiento levemente.

—Escuchame Laila.—Frena el auto instantaneamente, asustandome.—Tienes que cuidarte mucho, ¿entiendes? No todo el tiempo podre estarte protegiendo.

—¿Protegerme? ¿De que hablas? Estas...asustandome.

El relaja un poco sus facciones que hasta el momento estaban muy tensas.

—Solo...cuidate.

Vuelve a poner en marcha el auto. Me quedo intentando asimilar aus palabras.

El ambiente se vuelve, incomodo.

—Por cierto—Comienza a hablar de nuevo.—¿Y ese anillo? No recuerdo haberlo visto antes.

Observo mi anillo algo soprendida de que lo haya notado.

—¿Te lo dio algún chico?

Lo miro confundida.

—No, me lo obsequio Julieta.

Sabia que era pesima para mentir pero aun asi trate de hacer mi mejor actuacion, al parecer funciono ya que no me pregunto nada mas.

Al llegar a la casa subi rapidamente a mi habitacion, escuche a Marlene gritar cosas como que era una grosera por no saludarla.

No me interesaba nada, aqui habia algo oculto y yo lo descubriria.

Cueste lo que cueste.







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