Choi YoungJae » GOT7

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Te quedaste ahí de pie, observando con las lágrimas quemando tus ojos cómo ellos, se alejaban de ti entre risas. Olvidando completamente tu existencia y sin ser conscientes, en lo más mínimo, de lo que conseguían provocar en ti con esa simple acción.

Pero debías estar acostumbrada, ¿verdad? Porque no era la primera vez que te rechazaban sin razón alguna. Que te empujaban a un lado, recordándote que al parecer, jamás serás suficiente para ellos.

Que nunca serás lo suficientemente genial como para captar la atención de alguien.

Como para que quieran quedarse ahí, contigo, sin la necesidad de que exista el interés de por medio. Que quieran jugar contigo porque en verdad, les agradas y les guastas por cómo eres y no, porque posees algún juguete nuevo por el que ellos, parecen morir por utilizar a pesar de que en sí, no es la gran cosa y que jamás, conseguirá costar lo mismo que tus lágrimas las cuales se deslizan en silencio por tus mejillas.

Te sentaste en el bordillo de la calle con un nudo en tu garganta, sintiéndote incapaz de regresar a casa y refugiarte entre los cariñosos brazos de tu madre, que de seguro serán capaces de reconfortarte, porque no quieres ver esa expresión triste que baña su rostro cada vez que se entera de tu fracaso al momento de hacer amigos.

Y no la quieres ver triste otra vez dado que aquello, solo lograría que tu corazón sufriera más. Porque sabes que de alguna manera, ella puede sentir tu dolor e empatizar contigo de una manera única y es por es, que no quieres volver a casa.

No quieres afligirla con tus problemas así que prefieres callártelos y fingir que nada pasó. Esperar a que tu pena mengüe lo suficiente como para poder llegar a tu hogar fingiendo una suave sonrisa, decirle que todo salió bien, que te divertiste y sentarte a sumirte en la televisión o en algún comic porque, a diferencia de ellos, la televisión y los libros nunca te rechazaron.

Jamás te dijeron que no podías jugar con ellos y, mucho menos, te ignoraron, pretendiendo que no existías.

Hipaste, abrazando tus rodillas y reposando tu frente contra ellas, volviéndote un ovillo mientras te preguntabas el por qué de aquello. ¿Qué habías hecho como para que te hicieran a un lado?

¿Acaso eras muy pequeña?

¿Muy habladora?

¿Muy callada? ¿Tímida?

No lo sabías y tampoco es como que ellos, se apiadaran de ti y te facilitaran alguna repuesta.

Tal vez tenías que cambiar. Convertirte en una versión contraria de lo que ya eras para que te aceptaran. Para que decidieran que eras tan cool como para invitarte a jugar con ellos y, pesando aquello, martirizándote acerca de lo que podías o debías hacer, lo escuchaste.

Su voz, tan dulce como el azúcar y suave como la seda, se infiltró por tus canales auditivos, llamando tu atención.

— ¿Te caíste? — Alzaste la mirada, con las mejillas y la nariz roja a causa del llanto.

Negaste suavemente y murmuraste un pequeño no, que apenas y fue audible para él.

— Entonces, ¿por qué lloras? ¿qué te duele? — Interrogó, sentándose frente a ti en forma de indio con una mirada tierna.

Rehuiste de su mirada, apenada porque un desconocido te viera de esa manera con voz ahoga susurraste.

— Nadie quiere jugar conmigo.

Por el rabillo de tus ojos lo viste colocarse de pie y estaba bien, suponías, tampoco era como que esperaras algo de su parte. En realidad, ya imaginabas que después de saciar su curiosidad, se largaría por el mismo lugar por donde llegó.

Y es por eso, que te asombraste mucho al ver como extendía su mano en tu dirección, a la espera de que la tomaras para ayudarte a levantarte del piso.

Tus ojos pasaron de su mano a su rostro en el cual, se dibujaba una sincera y cálida sonrisa que consiguió que tu pecho, se calentara.

Esa sonrisa seguida de sus palabras, se convirtieron en el nepente más dulce que hubieras podido probar para sanar tus heridas y olvidar tu dolor.

— Vamos, yo juego contigo.

No lo pensaste mucho. Tomate su mano con cuidado y te colocaste de pie para seguido, limpiar tus pantalones, sintiendo como si las grises nubes que estuvieron por tanto tiempo sobre tu cabeza, se hubieran hecho a un lado para dejar que los acogedores rayos del sol de verano, pudieran bañarte, sacándote una pequeña sonrisa que correspondió la de él.

Esto es una mezcla entre realidad y ficción. Aquí se encuentran plasmados mis más sinceros sentimientos así que, espero que les haya gustado.
Gracias por leer ♥

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