Cerca.

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CERCA.

Eutropio sabia como llegar al corazón de la fortaleza real, solo debía llegar hasta la muralla en la zona sur de la ciudadela.

Empezaba a estar cansado, el combate contra Homobono había sido rápido y limpio pero se encontró en su camino con tres adversarios mas, no se aproximaron ni de lejos al reto de enfrentarse al legendario Homobono pero, tras el viaje y el poco descanso, empezaba a sentir la sensación de cansancio que tan bien conocía.

Sabía que aún le quedaban rivales a los que enfrentarse y al que mas temía era al que había visto sobrevolarle en un par de ocasiones. Tenía la certeza de que era un Aouns y eso le intranquilizaba. Eutropio seguía al pie de la letra las enseñanzas de su maestro y siempre respetaba y temía a su adversario pues él, con su sabiduría legendaria, le inculco que solo el miedo y el respeto por aquello a lo que te enfrentas te hará valorar en su justa medida a tu oponente.

Eutropio llego a la zona sur de la ciudadela y distinguió, al final de la angosta callejuela por la que transitaba, su destino. Para su desgracia, la salida de los desagües que vertían en el canal que desembocaba en el rio, estaba siempre protegida por una guarnición de soldados, para su dicha todos parecían ser los menos preparados de los que formaran las filas de la guardia real, aquel era claramente un destino de castigo.

Eutropio avanzo sin ninguna discreción hacia los guardianes. Alguien dio la alerta de su proximidad y cinco mal pertrechados soldados trataron de hacerle frente. Con cautela pero sabedor de su condición de favorito, acelero su paso y lo convirtió en carrera con la que envestir a los desafortunados contendientes. Desplazo su cuerpo entre los filos de las armas de dos de sus oponentes, mientras su fuerte mano desarmaba al situado a su diestra. Freno sus pies levantando una nimia nube de polvo y enfrento la sustraída espada a la del adversario que se precipitaba sobre él desde su izquierda mientras golpeaba con violencia en la nuca al desdichado guardia que acaba de dejar atrás. Cruzaron los filos desgarrando el aire con sus rugidos, mientras los guardias gritaban atemorizados tratando de encontrar un valor perdido mucho antes de iniciarse la contienda.

Eutropio cerceno al opositor de su derecha tras apartar al que enfrentaba a la izquierda. En un movimiento natural, el arma, dibujo un arco al empujar con violencia la melliza que portaba su oponente topándose en su camino con el pecho del siguiente desgraciado. Abandono con rapidez el desgarro y enfilo al que acababa de llegar, atemorizado y tembloroso, sin apenas poder sostener su arma. Eutropio simplemente golpeo en su frente con la empuñadura dejándole sumido en la inconsciencia. Desenvaino a Caya que voló con precisión al centro de la espalda del que intentaba escapar. El desdichado doblo sus rodillas dejando escapar su vida. Eutropio se dirigió a recuperar su daga mientras amenazaba al soldado que aun permanecía consciente. Le miraba atónito, atemorizado, aun con la espada en la mano y con su espalda dolorida apoyada en el suelo. No se atrevió a moverse, tal vez así consiguiera sobrevivir a su encuentro.

Eutropio no tenía ningún interés en arrebatar mas vidas de las necesarias, él no era un sanguinario, un cruel asesino, solo mataba por necesidad y ya había cubierto su cupo del día, no quería matar a ninguno de los que quedaban con vida si ellos no se proponían perderla en acciones sin sentido, les había dejado bien claro quien dominaba la situación.

Dirigió sus pasos hacia la salida de los desagües de la ciudad, ignorando al atemorizado soldado. Sintió su presencia antes de que posara sus pies en el suelo. Eutropio siempre había sido capaz de anticipar a un adversario poderoso, y el que se acercaba lo era. Una tenue reverberación en el aire le anuncio la presencia de la magia, al mirar a la salida de los desagües contemplo como una leve membrana magia los cubría. Eutropio imagino que estaban allí por él, el agua salía pero podía imaginar que él no podría entrar. Solo había una forma de eliminar el hechizo, matar al autor, pues sabía que convencerle de eliminarlo sería imposible.

InsufribleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora