CAPÍTULO X: Watende-Wa-muinda
A toda prisa, cierro la puerta detrás de mí, antes de que la gerencia del hotel venga a llamarnos la atención, o peor aún, nos pongan de patitas en la calle por disturbio y motín, y me recuesto contra ella, incapaz de quitarle los ojos de encima. Mi Dios, está más furioso de lo que imaginé.
―¡¿Y bien?! - ruge nuevamente, sobresaltándome, desintegrándome de abajo arriba con ojos de llama azul.
No me atrevo a mencionar palabra alguna, todas y cada una me bloquean la garganta, pero de pronto, creo ver un atisbo de confusión en él. Pestañea ligeramente, y frunce el ceño en un gesto desconcertado, luego se demuda a recelo como si le pasaran diez cosas distintas por la cabeza a la vez.
Y al parecer, ahora es Nathan quien tiene problemas para comunicarse, moviendo sus labios en modo mudo, mal augurio, si tomo en que cuenta que por primera vez se le agotaron los naipes sorpresa frente a mí. Cabizbaja, le rehúyo a la quema. Por favor, solo dilo para saber dónde estoy parada - una mina impredecible, apuesta mi intuición.
―¿E-estuviste bebiendo? - finalmente suelta, patidifuso.
Eh... de acuerdo, esto se verá muy mal, si hacemos un recuento de las últimas 48 horas. Apenas logro ascender mi mirada cauta a él, presagiando su reacción.
―Esperando... - Nathan apremia en vilo y en sus ojos turbulentos brilla la microscópica esperanza de recibir un: ¿Cómo crees? Aunque presiento que ya sabe la respuesta. ¿Acaso luzco chispeada?
Trago grueso.
―Dos cervezas, quizás... tres - resuello, y juro que es verdad, no estoy para parrandas, sólo quería distraerme, reconectarme con alguien sin problemas y despreocupada, que solía ser, y eso fue exactamente hice.
Nathan jadea a consecuencia de mi crimen imperdonable. Entonces cierra los ojos, llevándose ambas manos a la cabeza y alborota frenéticamente todo su cabello en un evidente intento de calmarse, aun así, soy testigo presencial de cómo una furia en llamas de proporciones titánicas se arremolina a su alrededor, estremecedoramente.
―¡¿Cómo. Puedes. Ser. Tan. Inconsciente?! - vocifera cada palabra, finalizando en un alarido visceral y eso seguramente fue escuchado hasta en el Duomo di Milano.
De inmediato, miro a todos lados, incluyendo la puerta atrás. Joder. ¿Por qué es tan histérico? Nos van a echar de aquí con un espectáculo bochornoso. ¿Y la loca soy yo?
―Nathan, baja la voz - imploro en murmullos desesperados, tratando de hacerlo entrar en razón.
―¡¿Que baje la voz?! - y ahí está otro grito indignado -. Liz, una vez más, dejé, todo, todo botado, cuando el idiota de Giacomo me telefoneó con el rabo entre las patas para darme la fantástica primicia de que te fugaste, ¡de nuevo! Y la nota... - despliega sus labios con la amplia sonrisa de un sicópata - ¡¿Dónde está tu amiga?!
Arrugo los párpados medio segundo por su estruendoso bramido, pegándome contra la puerta. Su rostro colorado es dinamita pura.
Gracias al cielo, Anna se piró, pero reconsiderándolo mejor, no debimos echarle más leña a la candela con esa puñetera nota. No es un secreto para ninguno de los tres involucrados que él se enciende solito y sin mucho esfuerzo. De todos modos, ¿qué le puede decir o hacer? Honestamente, siento oír que una vez más lo distraje de sus ocupaciones, cualesquiera que sean. No obstante, yo dejé una vida aquí por demás inconclusa, y si su intención es mantenerme bajo arresto hotelerito, cito los mismos argumentos que usó contra Mark ayer, que se busque un psiquiatra y me invalide mentalmente. Así que doy un paso al frente, plantándomele firmemente.
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Millas de Vuelo al Sol
RomanceDEMASIADO PROHIBIDA PARA MENORES DE 18 AÑOS. FAVOR ABSTENERSE. Misterio, romance, pasión y erotismo, son los elementos de esta peligrosa trilogía que te atrapará en un mundo irreal.