Seguía arrepintiendome de no llegar a tiempo para poder hablar con Seulbi, pero hoy, sí o sí, era el día.
Esperé en la pared de brazos cruzados, esperando a la chica de mis sueños.
Porque sí, a estas alturas ya estaba completamente enamorado de Jung Seulbi.
Y voy a hacer todo lo posible para que sea feliz.
Sonreí al pensar en ella.
Estaba tan metido en mis pensamientos que no la ví llegar.
- Bueno días Seulbi - le hablé con voz suave y una sonrisa.
Sonrisa la cual desapareció al ver su rostro.
Las bolsas bajo sus ojos eran visibles, sus ojos volvían a estar rojos y se encontraba muy pálida.
- Buenos días Yunho - habló de vuelta.
Incluso su voz sonaba distinta.
No supe que decirle así que tartamudee.
- Uhm, ¿has visto que bonito está el cielo hoy? - pregunté.
Ella rio cortamente y fui el chico más feliz del mundo en ese instante.
- La verdad es que sí - respondió ella mientras miraba por la pequeña ventana que había a mi lado.
Seguí observandola con una enorme sonrisa.
- Sé que hemos hablado pocas veces, pero quiero que sepas que aquí tienes un hombro donde llorar - señalé mi hombro.
Ella volvió su vista hacia mi y sus ojos brillaron.
- Gracias - agachó su cabeza.
Mordí mi labio pensando si arriesgarme o no.
La vida son dos días Yunho, ve a por ello.
Abrí los brazos, y rodee su cuerpo.
Ella se tensó un segundo.
- Adelante, llora, no te voy a juzgar - susurré contra su pelo.
Ahí es cuando sus paredes se cayeron.
Agarró los bordes de mi sudadera y comenzó a llorar.
Acaricié su cabeza suavemente mientras mi corazón se rompía.
¿Quién podría hacerle tantísimo daño para que esté en este estado?
No pude evitarlo, y le apreté a mi cuerpo.
Y pareció que fue como una bomba, sollozos escaparon de su boca y comenzó a temblar.
- Todo va a estar bien, te lo prometo - inhalé su olor.
Todo va a estar bien si estás a mi lado, Jung Seulbi.
Pienso protegerte de todo y todos.
Te quiero.