Capítulo 2

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La pantalla del celular se encendió y Juliana desbloqueó su celular.

Val dice:

Hola, asaltante.

Tú dices:

Jaja hola, dame todo tu dinero.

Val dice:

Jaja qué tonta, ¿qué haces?

Tú dices:

Pues me estoy terminando de arreglar,
saldré a chambear. ¿Y tú?

Val dice:

Voy llegando de la uni, ¿dónde trabajas?
¿te veo cuando salgas?
Tenemos una comida pendiente.

Tú dices:

Cierto, perdiste la pelea de gallitos.
Pues, trabajo de manera independiente
con horario flexible y sin lugar fijo.

Val dice:

Wow doña emprendedora
no me habías contado eso, ¿qué eres?

Tú dices:

Vendo billetes de lotería, en el parque.

Val dice:

JAJAJAJ ¿te veo a las 5?
¿te puedes dar salida a esa hora?

Tú dices:

Lo pensaré.

-¿Con quién hablas? – preguntó Lupe muy extrañada al ver a Juliana sonriendo como hacía mucho tiempo no lo hacía. Un flashback de su hija cuando hablaba de Brenda cruzó su mente.

-Con Val, la chava que te conté que conocí el otro día, ¿te acuerdas? La de la ropa bonita – respondió mientras guardaba su celular y tomaba su bolso, lista para salir.

-Sí, me acuerdo. – dijo Lupe muy seria y pensativa, quizá analizando la situación; por un lado, su hija estaba volviendo a sonreír, por el otro, era de nuevo por una chica.

-Bueno, pues ya me voy Lupe, que se me hace tarde – se apresuró Juliana y le dio un beso en la mejilla a su mamá.

Salió de su casa y el sol en su rostro pegó directamente, se cubrió un poco con una mano en la frente y cruzó la calle. No había música, pero caminaba con ritmo, y hasta sonriendo cada tanto. Pero no se daba cuenta, no sabía que estaba volviendo a sentirse bien, que a veces no le dolía el corazón como hasta hace unos días. Tampoco se daba cuenta que incluso en su mente, la imagen de Brenda ya no estaba cien por ciento clara. ¿Les pasa? No a todas las personas las tenemos definidas en nuestra mente, solo a quienes vemos más seguido, no es cuestión de amor o jerarquía, solo es algo del cerebro. Hacía más de cuatro meses que no la veía.

Llegó al parque y pasó por la banca en la que estuvieron sentadas. Y sonrió un poco por fuera, pero mucho por dentro.

-¿Cómo? ¿Entonces no conoces la ciudad? – preguntó Valentina un poco sorprendida en el recuerdo que tenía Juliana al ver la banca.

-No, bueno ... no – rió al ver que Valentina se reía. –Lo que pasa es que llegué apenas hace unos días y no tengo mucho tiempo de salir a conocer – explicó y sintió un poco de pena de explicarle que no tenía ni siquiera para comer.

-Yo te puedo dar un tour eh – propuso Valentina.

-¿Ah sí? – rió Juliana – estaría chido.

-Chido – repitió Valentina con tono burlón.

-No te estés burlando de mí – amenazó Juliana entre risas y un poco avergonzada por su forma de hablar.

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