Capítulo 7

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  Una de las cosas que compartía Valentina con su papá, era el amor por las mañanas. Despertar, sentir el sol en la piel y la certeza de que era el comienzo de un día nuevo eran pequeños placeres inexplicables que experimentaban a diario.

Es verdad, sin embargo, que durante un tiempo Valentina despertaba y solamente sentía ganas de volver a dormir. No sentía entusiasmo por vivir un día más, sino que se preguntaba con dolor "¿cómo le haré para sobrevivir otras veinticuatro horas?".

Quizá por la muerte de su padre, o porque simplemente hay momentos en los que todos nos perdemos un poquito.

Lo cierto es que así como sus mañanas se habían vuelto tortuosas sin darse cuenta, así mismo volvieron a ser parte importante de su día a día. Y cuando se descubrió a sí misma sonriendo al despertar, deseó con todas sus fuerzas no volver a perderse nunca más.

-¿Le ha pasado Jacob? – preguntó Valentina mientras desayunaba en el jardín.

Jacobo la contempló desde arriba, y sintió tanto orgullo de su hija. Incluso se sentía impresionado de lo mucho que podía aprender de ella, y se preguntó si siendo su padre lo hubiese podido entender, o si tenía que regresar en un cuerpo extraño para comprenderla y valorarla.

-Creo que sí – respondió después del silencio – Yo también disfrutaba mucho las mañanas – se quedó pensativo y luego sintió la mirada de Valentina – he pasado unos meses difíciles – explicó – no es realmente mi mejor momento, pero, sé que me puedo volver a encontrar.

-Claro – dijo Valentina con mucha seguridad – puede contar conmigo ¿lo sabe? –

Jacobo sonrió con muchísimo amor, tanto que Valentina pudo sentirlo y le hizo feliz.

-¿A qué hora paso por usted hoy? – preguntó Jacobo cambiando de tema.

-La verdad no sé Jacob – respondió Val con un bocado de frutas – después de clases tomaré un curso de defensa personal con Juls y no sé cuánto me tarde después de eso – se limpió la boca con la servilleta - ¿le parece si mejor yo le llamo en cuanto me desocupe? – preguntó.

-Sí, por supuesto – respondió Jacobo – pero ... si no es indiscreción, ¿a qué se debe que tomen esas clases? – preguntó muy curioso y un poquito preocupado. ¿Le habría pasado algo que él no supiera?

-Juliana está atravesando una situación muy ... complicada en casa – dijo con su habitual voz que parecía más un susurro – y se me ocurrió que éstas clases podrían ayudarle a sentirse más segura-

Jacobo guardó silencio, podía darse una idea de lo que Valentina quería decir, y se preocupó – Creo que debería tener más cuidado con esa muchacha señorita – dijo por instinto, luego se arrepintió al ver la reacción de Valentina.

-¿Qué quiere decir? – preguntó muy seria.

Jacobo sintió la soga al cuello, cualquier palabra mal interpretada podría causarle mucho daño a la relación que ya estaba forjando con Valentina.

-Digo no ... no me malinterprete – comenzó – no sé en qué situación esté su amiga pero...- calló de pronto al ser interrumpido por Valentina.

-Exacto Jacob, no lo sabe – dijo poniéndose de pie – agradezco mucho su preocupación pero yo sé lo hago – dejó muy en claro.

-Claro, solo que cuando uno es joven siempre subestima el peligro – dijo Jacobo en voz baja.

Valentina lo miró fijamente, molesta, sí. Pero una parte de ella sabía y entendía lo que decía Jacobo, incluso muy en el fondo hasta le daba la razón – Y a veces uno de grande deja de intentar por miedos que a los jóvenes no nos paralizan – dijo con una voz muy suave pero increíblemente imponente. Tal como lo es Valentina: dulce pero fuerte, amable con el mundo, pero una fiera cuando la atacas, es una luz intensa pero te puede apagar por completo.

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