Capitulo 3: Carencia

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Carencia: Falta o privación de algo.

   Alex’s P.O.V.

   Sentí el despertar y abrí mis ojos como un dolor terrible vino mi pierna. ¡Me cago en la puta! No puede ser, ese desgraciado de ayer tiene toda la culpa de esto. Como me cago en su vida y en toda su puta familia.

   Iba cruzando la calle, quizás algo perdido en mis pensamientos, a lo que se me atraviesa un maldito hijo de puta en un auto que no miró que la luz daba verde a mi favor. Para cuando se detuvo ya me había golpeado en la pierna y empujado al suelo con mi pierna herida. Quizás no fue tan grave, pero me provocó un fuerte dolor en ella. Luego se bajó e intentó ayudarme, pero con el golpe me bastaba, no iba a dejar que me llevara a algún médico o me ayudara de alguna forma. ¿Tienen idea de cuanto sale emergencias?, así que decidí simplemente venir a casa y que nadie se enterara.

   No estoy para darle pena a la gente y que me ayude cuando me hacen daño. No soy de los que aceptan mano de ayuda.

   Bajé de la cama y me quité los pantalones. Tenía un verde y morado moretón a un costado de mi pierna. Grande. Abultado. Ahora se marca todo en la piel, soy un pringao.

-Aah.- me lo presioné para sentir que dolía de una manera horrible. Quitenme la pierna por favor, y de paso la vida.

   Fui a ducharme como pude, un suplicio horrible con la pierna en tal estado. Saqué del botiquín una pastilla, que supongo que era para el dolor por como lucía. Pues de lo poco que sé, es que no tengo que tomarme la azul que tiene una V blanca. Y sería todo lo que sé sobre medicamentos.

   Al terminar de ducharme de manera lenta, me vestí como casi siempre; camiseta blanca, abrigo negro con capucha de todos los días, vaqueros azules oscuros, zapatillas grises bastante gastadas y hasta un poco rotas. Me miré al espejo mientras me cepillaba los dientes; tono blanco, ojos oscuros, cabello negro, algo corto, un poco de barba bajo la boca y mentón.

   Vaya, aún no entiendo cómo Eva pudo encontrarme algo bonito, yo solo encuentro mierda en mi reflejo, no soporto mirarlo por mucho tiempo. Supongo que cada quien con sus gustos. Sí, sí, soy el típico desgraciado que se odia a si mismo, que se detesta con cada respiración que da. Que odia ver su reflejo y quien hasta la sombra es fea. Mi vida es tan vacía como la cabeza de una top model. Como mi círculo de amigos, como el grupo de gente que se preocupa por mí.

   Pasé por la habitación de mis padres, no había nadie como era de costumbre. Mi madre se había ido a trabajar temprano y era otro día que no la veía.

   Bajé las escaleras casi arrastrando mi pierna, ostia, que puto dolor me ha causado ese imbécil en el auto. Caminé a la cocina, abrí el refrigerador para verlo vacío, como siempre. Joder.

   Revisé algunos cajones para ver si encontraba algo que pudiera desayunar.

   Cereal.

   Todo lo que había eran cereales, ni siquiera algo de leche. Saqué un puñado y comí de él. Al terminar caminé hasta la sala donde estaba mi padre durmiendo en el sofá, como siempre. No hace nada más en el día que tirarse a dormir. Mi madre trabaja para poder traer dinero a casa, saliendo temprano por la mañana y volviendo tarde en las noches, mientras este, se la pasa dormido en ese maldito sofá y cuando está despierto, todo lo que hace es gritar para que le traigan se comer y preguntar por el control remoto. Puto gordo. Como llego a odiarlo con todo.

   Observé su billetera en el suelo, me acerqué a ella y con cuidado saqué un billete de cinco. Lo guardé en mi bolsillo trasero, tomé mi mochila gris y salí de la casa.

   Supongo que los cinco me pueden servir para comprar algo de comer en el camino y, quizás, comprar algunos cigarros. Pues no me quedaban tantos como creía.

   Vaya. Mi vida es el chiste de cualquier comedia. Podría perfectamente ser el relato de cualquier hijo de puta.

   Caminé. Mejor dicho. Me arrastré hasta un negocio cercano y compré una barra de cereal y cigarros. ¿Qué?, el fumar no indica que todo lo que coma tiene que ser alto en grasas y dañino. Suelo ser muy sano en lo que como, soy muy exquisito en mis gustos por la comida. Y no suelo tener mucho qué comer en casa, así que de ahí lo delgado que estoy.

   Me encaminé hasta el instituto mientras algunos alumnos me miraban extrañados por mi estado. ¿Qué les importa a ellos el cómo estoy? Llegué al edificio y subí las escaleras. Ya varios más me miraban raro por estar cojeando.

-¿Qué mierda miran?- giraron su cabeza al momento que los encaré. No tienen derecho a mirarme así, si estuvieran preocupados no mirarían y preguntarían qué me pasa. Si de verdad fueran personas, no se quedarían hablando en susurros sobre mí. Pero hoy en día no hay personas, claro que no existen personas.

-Miren, es cojo.- escuché una risa. Suspiré y seguí mi camino, sabía bien quién era el que reía, el puto de Joe. El mismo que me dio el empujón ayer, y el mismo que atormenta mi día a día, sí eso se puede aún más. En general, el estar vivo me atormenta.

-Hey te hablo.- solo ignóralo, Alex, solo ignóralo. Eres más inteligente que él. Como cualquiera. Y ya casi llegas a tu casillero.

   Sentí un empujón y al instante me encontraba sobre mi casillero. Madre mía.

-Te hablo, gilipollas.- me encaró.

-¿Qué quieres, tío? ¿Acaso te preocuparás de cómo está mi pierna?- fruncí el ceño y me giré para abrir mi casillero.

-Quizás necesites atención de alguien.- rió el grandote atrás de mí. Maldito.

-Prefiero estar solo, gracias.- cerré mi casillero y caminé con mi libro en mano hasta el salón.

-Claro, tú no tienes amigos, eso es obvio.- me detuve en el acto.

-Cállate.- murmuré sin mirarle.

-Nadie se preocupa por ti.

-Dije que te callaras.- subí el tono de mi voz. Eso no era verdad, Eva se preocupaba por mí, mi madre lo hacía.

-No tienes amigos y tu novia de seguro que te deja. Hasta yo podría ligar con ella- se silenció y sentí que se acercó mientras pronunciaba -, hasta yo podría follarmela.

-¡Cállate!- grité sin darme vuelta. Un silencio rellenó todo luego de mi grito. Me percaté de que los alumnos a nuestro alrededor nos miraban.

-Obligame. Has que me calle.- me hizo un ademán con sus dedos.

   No puedo moverme por culpa de mi pierna, no puedo hacer nada. ¿Cómo defenderme?

   Sin decir nada más, caminé y salí del lugar, escuchando próximamente las risas de la gente diciendo que era un cobarde, que escapaba, todos riendo en el pasillo y llamandome miedoso. Entré al baño y a una de las puertas. Cerré con seguro y me apoyé en la misma puerta.

   Golpee con fuerza las paredes a los costados varias veces esperando desaparecer o que algo dentro de mío se rompiera, apreté mi cabello con fuerza como queriendo arrancarlo de la desesperación y la impotencia. ¿Por qué tienen que ser todos una mierda conmigo? ¿Qué carajo les he hecho? No molesto a nadie, solo vivo siendo yo.

   ¿Es ese el problema? ¿Ser yo?

   No soy perfecto y la gente me lo muestra en la cara.

   Me deslicé hasta sentarme, saqué de mi bolsillo uno de los cigarros que compré y lo encendí dejando que mi cuerpo actuara de acorde a la necesidad del tabaco. Para calmar nervios y ansiedad, la ansiedad de vivir.

   Carezco de amigos, apoyo, familia y muchas otras cosas. Vaya, mi vida es una mierda. La burla de cualquiera.

Segunda Familia (Willexby)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora