Recuerdo ese libro que me regalaste.
Hablaba de como el pensamiento unía a dos corazones. Decidí pensar en ti.
Me convencí de que, como el libro decía, dos eran uno.Cerré los ojos pensando en cada beso y privilegio que podrías conceder pero todo quedaba en mi cabeza.
En mis sueños sólo te gritaba para que me hablases, pero sigues muda.Sigo preguntándome si merece la pena escribir a quien no me va a leer porque el otro día escuche que el arte lo haces para otras personas, y no para ti.
Pero qué estupidez, si al escribir esto lo más trascendental es el desahogo de la inundación de mi pecho y después el rezar para que llegue a tu regazo y lo abraces con dulzura.Con el amar he aprendido a complicarme. Con el amar también he aprendido a coserme unas alas.
El desaliento de estos lirismo se deben a tus actuaciones tan desafortunadas y a mi suerte negada a continuar.
Aún sigo, pues el dolor es la cuestión y las cuestiones a mi me conmueven.
¿Por qué las plumas de mi espalda caen?
¿Por qué no estás aquí ahora?