Cuando las farolas iluminan el ambiente, más las estrellas sustituyen al sol durmiente.
Cuando lunas de plástico brillan en tu techo y sostienes la linterna temblando en tu pecho.
Cuando el teléfono te alerta de la hora y quita la duda de si la puerta se halla abierta.
Cuando domina el esplendor de tus ojos, el brillante en sus dedos o los malditos destellos que crean tus besos.
Cuando miro fijamente y tus pupilas dictan fuegos artificiales que arden en mi mente.
Ahí conocí el temor a la oscuridad, o de perderte a ti y a tu hermosa presencia.
Ahí se conoce el temor que se esconde en cada corazón.