El vacío creado. III

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Tomaron el tren subterráneo hasta el final de la línea, Lucas hablaba y hablaba mientras que  Haechan escuchaba, bueno, en realidad no lo hacía, estaba más concentrado en contar el número de estaciones que faltaban para llegar a su destino mientras movía su pie en una especie de tic nervioso que no sabía en qué momento había llegado a desarrollar.

Lucas notaba la ansiedad en el menor y la manera en la que este casi saltó del asiento cuando hubieron llegado a su destino, salieron de la estación para dar a una calle bastante normal.

 El chino siempre pensó que los lugares en donde se conseguían ese tipo de substancias ilegales eran callejones obscuros tipo Brooklyn con gente mirándote feo y siguiéndote listos para apuñalarte y asaltarte, pero aquel barrio no tenía nada de eso, tampoco era una zona residencial obviamente, solo una calle común en la que cualquier persona de clase media podría vivir tranquilamente.

Finalmente llegaron hasta un edificio de departamentos que no tenía intercomunicador ni portero por lo tanto se dieron el lujo de subir las escaleras de caracol tranquilamente, o al menos él iba tranquilo pues el otro subía de dos en dos los escalones intentado apresurar el paso maldiciendo por el hecho de que el departamento al que iban quedara casi hasta el último piso.

Casi sin aliento dieron finalmente frente a la puerta blanca de un apartamento en especial, el coreano golpeó la puerta seguidas veces con el puño mientras se escuchaban quejas del otro lado.

- ¡Ya voy, ya voy! - pero aun con ello Haechan seguía golpeando la puerta y no se detuvo hasta que por fin abrieron.

- ¡Carajo, ya basta! - exclamó un pelinegro con bastantes pendientes en ambas orejas que solo vestía una bata de satín rojizo y llevaba el cabello revuelto además de los ojos medio adormilados.

La prenda le resbalaba por uno de los hombros dejando ver moretones en su cuello y parte de su clavícula, además la bata era tan corta que también se podían ver sus piernas y sus muslos además parte de su entrepierna que también estaba llena de moretones.

Ten dibujó una sonrisa en su rostro y recargó uno de sus brazos en el marco de la puerta pretendiendo parecer sensual con nulos resultados.

-Solecito, mi amor, ósea ¿qué te trae por aquí? Uy y traes un amigo. Recuerda que los tríos los cobro al doble- dijo echándole una miradita lasciva a Lucas que apenas si alcanzó a reír de manera nerviosa.

-Voy a hacer como que no escuché eso y mejor dime que me puedes ofrecer- dijo el menor empujando al tailandés y entrando al departamento seguido de Lucas que echó una mirada al casi vacío lugar.

A diferencia de cómo se veía en el exterior, el interior del departamento de Ten era como ver un cuarto abandonado, sus paredes tenían un color blanco con la pintura cuarteada, tenía un sillón del que se alcanzaba a ver el relleno de los cojines en algunas partes y una mesa que más bien parecía un extraño e improvisado laboratorio, con cucharas, jeringas, encendedores, bolsas de marihuana, píldoras de todos colores regadas por ahí y rastros de polvo blanco, al fondo un baño y una habitación que tal vez estaban en igual situación de abandono que su sala.

-Bueno, tengo todo este sexy cuerpecito para ofrecerte- dijo el mayor riendo y jalando una silla hasta su mesa.

-Sabes que no me refiero a eso ¿Y desde cuando regresaste a eso de andarte vendiendo? Se suponía que buscarías un trabajo- comentó el moreno mirando con la misma ansiedad las drogas regadas por la mesa.

-O sea pero por supuesto que sí, Hae, intenté ser un digno ejemplar de la sociedad y era un decente oficinista, como que me ponía traje y todo... pero ah... todo se fue al carajo cuando me encontraron medio imbécil en el baño por estarme metiendo meta* en horas laborales; se pusieron súper mal ¿Cómo iba a saber yo que las drogas intravenosas no cuentan como almuerzo ejecutivo?- explicó con una sonrisa cínica en sus labios mientras extendía su mano y sin decir nada el menor le entregaba unos cuantos billetes.

Lovers who uncover [Adaptación] HYUCKHEIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora