Capítulo 2 - ¡Oh Dios Mío!

2.6K 108 1
                                    

P.O.V. Pablo

Fui directo a casa después de haber recibido una llamada de mi hermana Casilda diciendo que venía a visitarme para hablar conmigo. Estaba grabando con mis músicos una nueva canción pero lo dejé todo para ver a mi hermana, ahora mismo es la 13:15.

- ¡Casilda!-grité nada más verle en la puerta de mi casa esperando.

- ¡Pablo!-dijo alzando despacio su mano.

Fui corriendo hacia ella y le di un fuerte abrazo, llevaba más de cinco meses sin verla.

- ¿Qué haces aquí en Madrid? ¿Ocurre algo? Te veo distinta...

- No te preocupes, Pablo, sólo quería hablar contigo y saber como estabas-me dijo sonriente.

- Vamos, te invito a comer. Cuéntame, ¿Qué tal estáis todos?

- Pablo, no hace falta ir a un restaurante, con una ensaladita en casa me conformo-dijo Casilda riendo.

- ¿Qué? ¿Por qué no? Vamos, invito yo.

Cogí su mano y fuimos a un restaurante al que suelo ir muy a menudo. Necesitaba pasar el día con mi hermana y volver a sentirme como en Málaga aunque sea solamente con ella.

P.O.V. María

Estuvimos en la cafetería Carla y yo hasta que llegó su jefe. Un hombre alto, fuerte, aproximadamenote de 38 años llegó por fin y se acercó a nosotras.

- Bueno Jorge, dejo todo en tus manos-dijo mi amiga imitándole.

- Carla, soy yo tu jefe, no nos confundamos-dijo riendo.

- Lo siento pero me encanta decirlo... Ahora en serio, está todo recogido y todo en orden.

- Así me gusta, a la tarde no hace falta que vengas, has hecho mucho por hoy. Mañana quiero verte de nuevo aquí, ¿eh?

- Gracias-dijo sonriente- Mañana a la misma hora, ¿no?

- Sí, cuanto antes mejor-dijo Jorge guiñándole el ojo.

- ¡Vale! ¡Hasta mañana!

Salimos de la cafetería y nos dirigimos a uno de los restaurantes favoritos de Carla donde nunca había comido antes.

Llegamos al restaurante a la 13:30 y pedimos una mesa para dos personas. Una mujer joven nos atendió y nos llevó hasta nuestra mesa. Me senté frente a Carla, mirando dirección hacia la puerta.

- ¿Qué querríais de beber?-nos preguntó una chica que trabajaba allí.

- Pues... Yo una Coca-Cola, por favor-le respondí.

- Yo agua, por favor. ¿Podemos esperar un poco para pedir la comida?-le preguntó Carla.

- Claro, si necesitáis algo me avisáis.

La mujer se marchó y vi como el mismo chico de esta mañana, es decir Pablo Alborán, entraba con una mujer cogidos de la mano.

- ¡Oh, Dios mío!-dije cogiendo rápidamente la carta para tapar mi rostro con ella.

- ¿Qué pasa, María?

Vi como Carla quiso volverse para saber quién era pero le di una leve patada en la pierna para que no lo hiciera.

- Bueno, ¿Qué te vas a pedir para comer?-dije rápidamente para disimular.

- ¡Ah, tía! ¿Qué te pasa?

- ¿A mí? Nada-dije mordiendome el labio.

Vi como se sentaron en una mesa cerca de nosotras, detrás de Carla y... Pablo se sentó mirando hacia nuestra mesa, aún no me ha visto.

Con disimulo no paraba de mirar a Pablo. Al principio veía como se sentía nervioso frente a la chica, sus manos estaban entrelazadas con las de aquella chica y sus ojos la miraba con ternura. Pero... sus ojos cambiaron por completo y de pronto se emocionó, caían varias lágrimas de alegría por su rostro. Se llevó las manos a su boca y me imaginé  por qué estaba sonriendo. Me pregunté de qué estaría llorando de alegría.

Nunca Estarás Sola [Pablo Alborán]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora