Capítulo 22 - En brazos de Pablo

1.5K 79 6
                                    

P.O.V. María

Yo: ¿Me ves? Yo a ti no...

Busqué y rebusqué a Pablo con la mirada pero no le encontraba hasta que por fin le vi sacudir la mano.

Bajé con cuidado las escaleras y abrí lentamente la puerta, el frío invadió mi cuerpo y de pronto tirité.

- Ven aquí...-dijo Pablo abrazándome- ¿Estás mejor?

- Sí... Gracias... ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está tu pijama? No pienso dejarte ir ahora que estas aquí-dije cogiéndole de la chaqueta para que se acercara a mí.

- He traído ropa... Pero es para mañana, no es el pijama. Vuelvo en un momento.

- Ni de broma, tú te quedas aquí conmigo con o sin pijama-dije riendo.

- Está bien... Si insistes...

Pablo me sonrió y se acercó a mí para darme un beso en la frente. Cogió mi mano y subimos las escaleras que conducían a mi habitación.

- Bienvenido a mi cuarto...- dije cerrando la puerta- Y... ¿Cómo es que has venido? Si hace una hora que nos hemos visto...

- Siento que no puedo vivir lejos de ti... Desde que te conocí...

Me quedé en silencio con una sonrisa sin saber qué decir ni tampoco qué hacer, es muy bonito todo lo que me dice y todo lo que hace por mí.

- Es tarde...-bostecé- ¿Dormimos ya?

- Claro, dormiré en el suelo.

Comencé a reír tras oír sus palabras. ¿Dejarle dormir en el suelo después de todo lo que ha hecho por mí?

- Lo dices en broma, ¿no?-pregunté riendo.

- Mmm... No.

- ¿No quieres dormir conmigo? Anda porfa... Así eres mi mantita- dije acercándome a su boca para robarle un beso.

- Está bien... Si insistes...

- ¡Bien! Pero... ¿Vas a dormir así?

- Pues... Qué remedio-dijo riendo.

- Te daría alguna camiseta mía pero... Son demasiado pequeñas para ti y con el frío que hace...-comencé a reír.

- Bueno, no pasa nada.

- Voy a traer varias mantas...-dije yendo hacia la puerta.

Noté como Pablo cogió mi mano e hizo que me diera la vuelta para mirarle.

- El calor de un abrazo siempre será mayor que el de una manta... ¿No crees?

- El calor de un abrazo siempre será mayor que el de una manta...-repetí- Tienes razón.

- Pues ven aquí a que te abrace hasta el amanecer...

Pablo se tumbó en mi cama y yo me acurruqué a su lado, nos tapamos solamente con una manta y rápidamente Pablo me abrazó. Me refugié en sus brazos y su aroma me envolvió. Era cierto, el calor de un abrazo siempre será mayor que el de una manta...

- Buenas noches, princesa...-me susurró al oído.

- Buenas noches...-respondí.

Nada más acabar la frase mis párpados se cerraron y, aún a su lado, caí en un profundo sueño.

Nunca Estarás Sola [Pablo Alborán]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora