El día siguiente a la fiesta de cumpleaños de Ashton me levanté con una resaca que ni siquiera comenzaba a parecer normal. Diablos, no había tenido una desde antes de haber salido de la universidad. Ni siquiera recordaba cómo era tener una, pero no quería volver a tener otra en mi vida.
Darme cuenta que estaba solo en la cama traía nostalgia a mi corazón. Rebecca llevaba casi un mes fuera, apenas comunicándose con mensajes, apenas recordando que había dejado a su supuesto futuro esposo en casa.
Me arreglé a la velocidad luz para poder estar decente frente a todos para el desayuno. Y salí de la habitación a las diez en punto. Joder. Ya era tarde.
Kayla y Oliver se supone que tenían clases con Grace a esa hora los días sábado. ¿Ella vendría después de haber estado despierta hasta tarde bebiendo? Supuse que no. Me imaginé que estaría con el mismo tipo de resaca que yo, teniendo en cuenta que la había visto beber. La había visto beber demasiado, quizás. Y no era que estuviese admitiendo que la había mirado, en absoluto.
Por otro lado, ¿estaría la casa demasiado sucia? Supuse que era demasiado temprano como para que siquiera la casa estuviera limpia. A la señora Randall no se le pagaba por limpiar el desastre de las fiestas, por lo que esperaba que todo el primer piso de la casa fuese un auténtico chiquero. Joder, qué desastre.
Me dispuse a bajar las escaleras cuando oí la voz de Oliver.
—No, Grace. Ashton sigue durmiendo. Creo que está muerto o algo. – Grace había venido, pero no sabía si estaba en las mejores condiciones como para enseñar.
— ¿En serio? Esperaba más de él. – Hubo risitas. – ¿Están listos para la clase? ¿Tomaron desayuno ya?
—Se supone que debemos esperar a Matt para tomar desayuno. Él sigue durmiendo. ¿Quizás ha muerto también? – Kayla preguntó, diversión en su tono.
—Quizás. – La respuesta renuente de Grace me puso tenso, y decidí aparecer en ese momento antes de seguir oyendo algo.
Kayla, Oliver y Diana estaban alrededor de Grace justo a los pies de la escalera. Grace se veía fresca y bien despierta, aunque un poco pálida. Maquillaje suave tapaba sus ojeras. Verla sin su disfraz fue un buen cambio. Sentí el estómago revuelto y supuse que era por el alcohol de anoche y la falta de comida. No encontraba una mejor explicación para ello.
Y, sin embargo, para mi total impacto, la casa estaba en perfectas condiciones. Ninguna botella de cerveza, ningún papel en el piso, los muebles estaban en sus lugares usuales. Ni siquiera había restos del aroma que dejaban las fiestas. ¿En qué momento habían limpiado la casa? ¿Había estado tanto tiempo durmiendo como para no escuchar nada? Joder. Me había emborrachado más de lo que pensaba.
—Buenos días. – Saludé, mi voz sonó extraña a mis propios oídos. Voz grave, delatándome que recién estaba despertando. Los cuatro se giraron para mirarme.
Los ojos de Grace evitaron mi mirada, haciéndome fruncir el ceño en su dirección. ¿Qué le pasaba? ¿Había sucedido algo anoche? No recordaba, quizás había sido un idiota nuevamente con ella. Nada nuevo. Era experto en sacar lo peor de las personas. Y ni siquiera podía recordarlo. Supuse que tendría que hablar con ella y pedirle disculpas por algo que ni siquiera podía recordar. Muy bien, Matt, avergonzándote desde tiempos inmemorables.
—Buenos días. – Saludaron a coro, haciendo reír a Diana.
— ¿Qué traes ahí, Grace? – Oliver le preguntó, curioso. Juré haber visto las mejillas de la chica sonrosarse.
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Enseñándole lo que es el Amor (Amor en Boston #1)
Romance"Llámame loco, pero no creo que vaya a tener dificultades para aprender a amar a esta chica. Estoy enamorándome más y más en cada minuto y no creo que pueda vivir sin ella." ―Hunter Hayes.