La comida en Chuck E Cheese había estado deliciosa, nunca había comido tanta pizza en mi vida y pude haber subido unos cien kilos en esa pura tarde. Pero era feliz por haberlo hecho. Si hubiese tenido que elegir entre rodar como una pelota a causa de la comida o ser una modelo, hubiese elegido rodar por el resto de mis días.
Había reído tanto que me dolía la mandíbula. Había tenido un almuerzo tan diferente a lo que solía tener, que ni siquiera podía empezar a describir cómo de bien me había sentido con la familia Ainsworth, no podía describir cómo de feliz se había sentido mi corazón a punto de estallar.
Ellos me consideraban una de ellos. Me habían elegido por sobre la amenazante novia de Matt y no podía sentirme más contenta. En tu cara, bruja estúpida.
El ambiente entre todos había estado tan relajado que nadie hubiese creído que hubo una horrible guerra civil justo antes de venir aquí. Nadie hubiese creído que el siempre controlado Matthew y la reina de la calma falsa Rebecca habían estado peleando tan alto que todos en la casa habíamos podido oír lo que se decían, todos habíamos oído decir a Matt que ellos dos no eran un equipo. Habíamos oído a Matt arrojar todos sus sentimientos furiosos hacia Rebecca, habíamos oído todos y cada uno de sus pensamientos y ella solo había estado en silencio, tratando de salvar una situación que no tenía salvación. Había tratado, en vano, de salir a flote de la situación. Ella estaba tan jodida.
Todos sabíamos que ella no amaba a Matt, todos sabíamos que ella lo estaba usando, todos estábamos conscientes de que Matt creía que ella estaba locamente enamorada de él.
Y Ashton, esperando que nadie lo escuchara, me había contado que esperaría a hablar con Rebecca, primero buscaría más pruebas incriminatorias contra ella para poder estar seguro de cuando fuera la hora de dar el golpe... ella cayera sin poder salvarse. Estaba totalmente de acuerdo con él. Ella realmente no pertenecía con los Ainsworth. Y todos estaríamos ayudándolo con esa información necesaria, todos queríamos que Matt fuese libre de esa víbora venenosa, todos queríamos que los hermanos Ainsworth pudieran ser libres de aquella prisión llamada Rebecca, que pudieran ser libres de la prisión de su casa.
Y ahora, mirando a Kayla patinar tomada de la mano de Oliver, me hacía sentir parte de algo. Me hacía sentir parte de algo grande y cálido. Me hacía sentir partícipe de la vida familiar, me hacía conocer lo que era tener una vida familiar, ya que con tía Maggie a mi cuidado, no había sido para nada un ambiente familiar, teniendo en cuenta que ella pasaba la mayor parte de su tiempo en un hospital. Los Ainsworth estaban enseñándome lo que era una familia, tan disfuncional como lo eran ellos, pero una familia, al fin y al cabo.
Habíamos ido en el auto de Matt hasta la misma pista de hielo a la que ya habíamos ido dos veces antes, trayendo a mi mente las situaciones que había compartido con el mayor de los hermanos. Matt había manejado y me habían obligado a ir en el asiento del copiloto, con los demás hermanos amontonados en el asiento de atrás, pero sin quejarse en absoluto, todos incluso habían ido haciendo sus tan conocidas bromas sarcásticas.
— ¿Estás siquiera escuchándome? – Ashton preguntó, tirándome de la mano con suavidad. Parpadeé en su dirección, dejando de mirar a Matt y Diana patinar de las manos justo por delante de nosotros. Matt lanzándome miradas discretas que me hacían pensar en todo tipo de cosas que me ponían la piel de gallina.
—Claro que sí, bobo. Estás parloteando acerca de qué tan genial eres por haber anotado tres goles en el partido de hace dos días contra Wisconsin. – Puse los ojos en blanco, logrando que Ashton se riera y apretara mi mano en respuesta. Este chico me volvía loca. Su ego llegaba a niveles estratosféricos pero él era simplemente maravilloso.
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Enseñándole lo que es el Amor (Amor en Boston #1)
Romansa"Llámame loco, pero no creo que vaya a tener dificultades para aprender a amar a esta chica. Estoy enamorándome más y más en cada minuto y no creo que pueda vivir sin ella." ―Hunter Hayes.