Capítulo 28: Matt

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Toqué la bocina dos veces y luego esperé a que Grace bajara de su departamento con toda la tranquilidad del mundo. Íbamos bien en la hora, así que no había nadie en el mundo que nos apurara, incluso aunque la situación fuese mucho más seria de lo que esperábamos.


Habían pasado tres semanas desde que Grace había aceptado ser mi novia formalmente y no podía ser más feliz por ello. Joder, yo rebosaba de alegría. Probablemente era capaz de rebotar en mi propio lugar de tanta felicidad desbordándome por los poros. Habíamos ido en citas como las parejas comunes, habíamos caminado de la mano juntos por las calles, los paparazis habían sacado fotos de nosotros dos juntos y, por primera vez en la vida, dejé que lo hicieran. Incluso sonreí a un par de cámaras, agarrando a Grace por la cintura para besarla y dejar que esas fotos luego aparecieran por la televisión o diarios, siendo la habladuría de los programas de farándula. No me importaba. Quería que la gente supiera que estaba totalmente enamorado de esta mujer que me había hecho perder la razón, que había derretido mis neuronas. Había estado feliz de mostrarle al mundo entero que tenía a la mejor chica justo a mi lado, haciéndome el hombre más feliz que hubiese pisado la faz de la Tierra. 


Habíamos ido a patinar. Ella me había acompañado a practicar hockey con los Bruins de Boston, había una pequeña posibilidad que ellos estuvieran llamándome para los Providence para que pudiera ponerme al nivel del equipo de primera división con el tiempo. Si había una pequeña posibilidad, daría mi vida por ello. Grace nos había acompañado a visitar casas y apartamentos para poder mudarnos. Ella había estado feliz de ir con nosotros a todos lados. Habíamos ido a ver un par de juegos de hockey y de los Red Sox, el equipo principal de baseball de Boston. Y había sido jodidamente perfecto. Ella disfrutaba de tantas cosas conmigo, teníamos tantos gustos similares que no dejaba de sorprenderme. Compartíamos muchos intereses y, más que eso, ella adoraba a mi familia. A veces creía que ella los amaba más que a mí. Se lo había dicho un par de veces y ella me había mirado con sus ojos pardos brillantes y su lengua rápida había dicho que solo eran más chicos con los que tenía que compartir su amor. La amaba. Joder, sí. 


Pero no todo era de color rosa y lleno de felicidad mientras siguiéramos sin saber acerca del futuro de Rebecca.



Estaba esperando a que Grace bajara de su departamento para poder ir al juzgado y ver la sentencia que le darían a Rebecca Walters por lo que había hecho durante tantos años, por lo que le había hecho a Grace hace un mes. Ashton iría con el resto de nuestros hermanos apenas Josh llegara y les explicara lo que tenían que hacer, como guardar absoluto silencio, por ejemplo. Ellos probablemente escucharían más a mi mejor amigo que a mí. Por eso le había pedido a Josh interceder. 


Mis hermanos habían testificado hacía dos semanas, Grace había testificado, yo también lo había hecho. Incluso había conocido a Walter Johnson, amante de Rebecca, o novio. Ya no sabía, ni tampoco me importaba en absoluto su existencia. Lo que fuera de su vida de ahora en más me importaban dos kilos de mierda. Todos ellos podrían pudrirse en el nido de ratas del cual habían salido y a mí no me importaría. Él estaba siendo imputado junto con Rebecca y Bryan, el dueño de la disquera que había tratado de estafarnos por parte de Rebecca. Los tres estaban por recibir una condena o... ser dejados libres según lo que el juez y jurado hayan deliberado en el momento. Estaba más allá de nervioso, pero Josh y el resto de nuestros abogados se veían tranquilos. Según ellos, había un 99% de posibilidades que los tres fueran directo a la prisión del estado. Si ellos lo decían, pues no quedaba más opción que creerles. Por el bien de nuestra salud mental.


Louisa Walters también estuvo presente para testificar acerca de su hermana. Ella había declarado haber sido obligada y extorsionada por su hermana mayor y, para mi total horror e indignación, fue declarada inocente de cualquier culpa hacía una semana. Louisa se había desligado totalmente de cualquier relación que pudiese mantener con Rebecca. Joder. Y luego yo me preguntaba cómo esas mujeres siquiera podían amar a una familia propia si ni siquiera se amaban entre ellas. Rebecca se había llenado la boca con falso amor a mis hermanos y de iluso le había creído. Ahora podía ver tan claramente a través de todo lo que me había dicho durante meses, años. Eran familia y se notaba que no les importaba traicionar a la otra si eso significaba libertad para la otra. Ese mismo día, Louisa había ido a buscar todas sus pertenencias a la casa y, sin decir una palabra en reconocimiento o agradecimiento por haberla recibido en nuestro hogar, se largó como el infierno de allí. Esperaba nunca volver a verla en mi jodida vida. Louisa había sido tan miserable como Rebecca.

Enseñándole lo que es el Amor (Amor en Boston #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora