Suspiré y gemí con molestia cuando sentí los golpes incesantes en la puerta. ¿Acaso no podía tener un día de descanso? ¿No podía dormir hasta un poco más tarde como lo haría cualquier persona normal en un fin de semana? Maldita sea.
Era sábado y venía Grace, pero mi cuerpo y mi mente sabían que aún era demasiado temprano como para que fuese ella. Además, era obvio que ella no vendría a golpear mi puerta como condenada.
Rebecca se quejó a mi lado, tapando su rostro con la almohada.
—Haz que se detenga. – Espetó de malhumor.
Me levanté, poniéndome una camiseta en el trayecto a la puerta y abrí, descubriendo a Diana del otro lado de la puerta. Me tensé, no podía ser algo bueno que Diana estuviera despierta tan temprano. Sin embargo, su gesto inocente me hizo rodar los ojos.
— ¿Qué sucede, cariño? – Diana vestía su pijama rosa con un enorme conejo en su camiseta.
— ¿Me quieres llevar a Chuck E Cheese hoy? – Parpadeé, mirando fijamente su rostro de querubín, sin poder creer lo que estaba escuchando. Me volteé lo necesario como para poder echarle un vistazo al reloj encima de la mesita de luz. Siete y treinta de la mañana.
— ¿Estás hablándome en serio? – Me crucé de brazos, mirándola severamente. Diana solo acomodó sus rizos mientras me miraba alzando sus cejas.
— ¿Qué te hace pensar que no estoy hablando en serio, hermanito?
—Matt, es demasiado temprano para esto. – Rebecca dijo. La miré en el momento exacto en que ella se sentaba en la cama para mirarnos. La habitación estaba apenas iluminada, pero podía ver su ceño fruncido y sus labios apretados en una línea fina. Rebecca no era una mujer feliz. Y comenzaba a pensar que nunca lo era, joder.
—Diana...
—Matt, ¿iremos o no? – Me reí, porque no podía hacer otra cosa. Y asentí, sintiéndome vencido por una niña de siete años.
—Muy bien, iremos para la hora de almuerzo, ¿bien? Pregúntale al resto si quiere ir. – La sonrisa ganadora que me dedicó Diana me hizo rodar los ojos una vez más.
—Gracias, Matt.
Y ella huyó tan rápido como llegó.
Sabía que ya no podría dormir, así que opté por ir a darme una ducha de agua caliente, porque – maldita sea – hacía muchísimo frío. Y pues claro, descubrí que estaba nevando cuando salí de la ducha para vestirme y mirar por la ventana. Qué mierda de clima.
Me calcé un chaleco gris de lana y unos pantalones negros de jean, y mis botas Timberland.
Para cuando estuve listo, Rebecca seguía durmiendo y la pieza se iluminaba por el reflejo blanco de la nieve proveniente de afuera.
Salí de la habitación en silencio, sintiendo el ruido que había afuera.
—Te dije que no quiero ir, Dee. Le diré a Grace si quiere salir conmigo luego de clases.
—Grace tiene otras cosas que hacer, Kayla. – Oliver dijo.
— ¿Cómo sabes? – Kayla dijo en contra respuesta. Sus voces se oían de alguna de las habitaciones, y supe que estaban en la habitación de Kayla cuando vi a Ashton caminar en esa dirección, sin siquiera darse cuenta que yo caminaba en su dirección.
—Porque Grace siempre tiene cosas que hacer, como ir al hospital con los niños. Ella no dejará de hacer sus cosas por salir contigo, Kayla. – Oliver estaba siendo realmente un poco duro con su hermana, y medio me hacía sentir mal por ella.
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Enseñándole lo que es el Amor (Amor en Boston #1)
Romansa"Llámame loco, pero no creo que vaya a tener dificultades para aprender a amar a esta chica. Estoy enamorándome más y más en cada minuto y no creo que pueda vivir sin ella." ―Hunter Hayes.