wanna feel a thousand hands (from you)

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«Si yo encontrara un alma

como la mía».

[11:44] eilanbay: atiende!!!!!!!!!!!

[11:45] albxreche: pues deja de distraerme!

[11:45] eilanbay: a mí no me culpes, yo no tengo nada que hacer...

[11:46] albxreche: menuda EMBUSTERA

Aún no me había acostumbrado a la nueva dinámica que parecía haberse instalado en mi conversación con Eilan desde el sábado, pero no podía ni quería quejarme. Ya no medía tanto mis palabras, ni me preocupaba que sobrepasasen barreras que solo estaba imaginando yo. Me limitaba a dejar que fuese natural, y por el momento todo iba bien. Mejor que bien.

Dejé el móvil sobre la mesa y me obligué a atender. Capdevila era uno de los pocos profesores de la facultad que realmente disfrutaba sus asignaturas y trataba de transmitir su pasión por ellas, y por tanto era uno de los pocos profesores que me gustaba. Y aunque la distracción fuese Eilan y fuese extremadamente tentadora, sabía que probablemente estaba dejando pasar la única clase que me iba a dar la motivación que necesitaba para continuar el resto del día. Pero evidentemente Eilan no estaba dispuesta a dejar que la llamase "embustera" y no replicar al respecto, así que cuando la luz de las notificaciones de mi móvil parpadeó con un suave color verde, alargué inconscientemente la mano hacia la pantalla.

[11:52] eilanbay: así que embustera, no? muy bien

[11:52] eilanbay: voy a subir una cover ahora mismo, una lástima que estés en clase y no vayas a poder verla...

Me mordí el labio, agarrando el móvil con dedos temblorosos para poder teclear bajo la mesa.

[11:53] albxreche: no serás capaz

Quedaban apenas cinco minutos para que acabase la clase y Capdevila estaba finiquitando las últimas diapositivas a la velocidad de la luz. No pasaba nada por esperar cinco minutos para escuchar a Eilan cantar los versos de a saber qué balada con el sonido de la guitarra como acompañante, pero de alguna forma me sentía como si durante esos cinco (eternos) minutos fuese a perderme muchas cosas. Y al final no era más que un vídeo que iba a permanecer ahí inamovible e inalterable, pero no quería ser la última en escucharla cantar.

[11:55] eilanbay: ya verás

Me metí el teléfono en el bolsillo trasero del pantalón y comencé a recoger sigilosamente todas mis cosas, preparada para abandonar la clase en el momento en el que Capdevila anunciase su final. El tamborileo nervioso de mis dedos sobre la rodilla parecía contar los segundos al mismo tiempo que las agujas del reloj de la pared.

- Bueno, pues esto es todo por hoy – dijo Capdevila, apoyándose sobre la mesa -. Subiré todo el temario al campus, y recordad que la semana que viene presentaremos los proyectos de pintura mural, así que id pensando en ello.

Me levanté con el mínimo movimiento de la clase y comencé a bajar las escaleras del aula directa hacia la puerta entre el tumulto de estudiantes que seguramente tenían tantas ganas de salir de la facultad como yo. No tantas, tal vez, porque ellos no tenían un vídeo de un mísero minuto con una voz mágica que debería durar horas esperándoles.

- Alba, acércate un momento.

Me giré lentamente. Capdevila estaba sentado en el escritorio, recogiendo todos los materiales que había utilizado para la presentación de su clase. Comencé a sentir una agitación frenética en el interior de mi pecho, porque seguramente se hubiese dado cuenta de lo distraída que había estado durante su clase, o de mis miradas furtivas al teléfono móvil bajo la mesa, o que en toda la hora ni siquiera había tomado un solo párrafo de apuntes. E inmediatamente me sentí culpable, porque si había algún profesor en toda la facultad que no se merecía esa falta de atención, ese era Joan Carles Capdevila. Me quedé junto a su mesa, mordiéndome desesperadamente el interior del labio hasta que el hombre apoyó las manos sobre su maletín entreabierto y levantó la mirada hacia mí.