10

3.4K 236 36
                                    

 «Si te hice daño, no fue sin quererte,

sino sin querer».

[20:17] Natalia: alba, qué ha pasado al final? cómo estás?

[21:01] Natalia: no quiero agobiarte, pero de verdad que me apetece verte

[02:51] Natalia: por favor, solo dime cómo estás

[02:51] Natalia: entiendo que necesites aclarar las cosas, pero por favor, alba

[02:52] Natalia: solo dime cómo estás, porque no saberlo me está matando

Quería responder. Me estaba haciendo daño no hacerlo. Pero necesitaba alejarme de Natalia para poder solucionar lo que ya estaba roto. No había vuelto a hablar con Miki, a pesar de todos los mensajes sin respuesta que le había dejado, y el chat que teníamos todos mis amigos llevaba días en el más completo silencio. María me había comentado que todos sabían ya lo que había pasado, y que evidentemente cada uno tenía su propia opinión.

Y me aterraba lo que pudieran pensar de mí.

Guardé el móvil en el bolsillo del abrigo y me apoyé contra la pared. No había mucha gente en la calle para ser un sábado, pero podía entenderlo dado el frío gélido que hacía. A mí tampoco me apetecía mucho estar allí, y ojalá la situación fuese completamente distinta como para no tener que hacerlo.

Pasaron diez minutos hasta que la gente comenzó a salir del edificio. Me erguí, tensa. No sabía cuán preparada estaba para lo que iba a hacer (probablemente menos de lo que me imaginaba) pero parecía la única opción viable. No podía seguir así, sin arreglar las cosas. Así que, cuando vi a Miki salir del local colocándose la bufanda y despidiéndose con la mano de un par de chicos del grupo artístico que le acompañaban, tomé aire y me apresuré para alcanzarlo.

Por supuesto, Miki no estaba contento de verme. Sus facciones se endurecieron casi tan rápidamente como sus ojos.

- No tengo tiempo para esto, Alba – masculló, haciendo el ademán de marcharse.

Estiré el brazo para agarrarle el codo antes de que pudiera irse.

- Solo necesito que me escuches, Miki – comencé. Me temblaba la voz -. No ha sido nunca lo que piensas.

Miki soltó una risotada sarcástica.

- Miki, por favor, sólo déjame explicarlo...

- No hay nada que explicar, Alba – cortó -. Ya está. Estás con ella, pues muy bien. Felicidades. Ahora, si me dejas...

- No, no es así – Le puse una mano en el pecho para frenarlo -. Vamos a hablar, por favor, es completamente distinto a lo que estás pensando, y...

Miki dio un paso atrás. Tenía la mandíbula tan apretada que podía ver los músculos tensos a través de la piel, y sus ojos verdosos bramaban de rabia. Nunca había pensado que vería enfadado a Miki, que siempre había tenido en el rostro una sonrisa permanente y a quien jamás había visto poner una mala cara; mucho menos había pensado que el motivo de su enfado sería yo.

- ¿Has venido a verla? – escupió. No era capaz de mirarme.

Negué con la cabeza. De hecho, esperaba no encontrarla. O al menos, que ella no me viese.

- No, he venido... - Tomé aire – he venido a hablar contigo.

Miki se encogió de hombros, con las manos en los bolsillos de la chaqueta.

- ¿Te liaste con ella sabiendo lo que sentía yo?

Lo miré directamente a los ojos. Sentía una opresión incómoda en el pecho y había empezado a temblar. No podía mentirle en eso.

wanna feel a thousand hands (from you)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora