Steve Rogers

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Secreto.

Esto era difícil, tantas cosas juntas… tan poco tiempo y a la vez tanto… me preguntaba como decirlo, como decirle a él la situación que estaba ocurriendo, no podía mantenerlo en secreto muchos tiempo más. No quería que fuera como nuestra relación. Un secreto.
Ambos nos conocimos en la Torre Avengers hace tres años, al principio no hablamos mucho, pero una semana después nuestra relación empezó a fluir. Hablábamos casi siempre y pasábamos tiempo juntos, pasó un año completo hasta que nos dispusimos a si como pareja… pero nunca lo contábamos, todos hablaban sobre Steve y yo, y todo lo que decían era verdad, él me hacía enloquecer. Todo el día estábamos juntos, estábamos cómodos el uno con el otro. Aunque no todos estaban muy contentos con la idea de que estemos en algo, Tony no parecía muy contento, al igual que Fury, al vernos juntos. La razón es simple, tanto Tony como Fury me protegen como a una bebé, y el que esté con Rogers no es algo de su agrado.
Oí a Steve entrar al departamento (que nadie sabe que compartimos) y sonreí de manera inconsciente. Él me generaba es alegría.

Su voz retumbó al llamarme, Dios, me encantaba. Corrí a abrazarlo, había ido a una larga misión y ya no aguantaba más sin verlo, dos semanas eran largas si de que él se fuera se trataba.

—Mi amor… tengo algo que decirte —murmuré, temerosa de su reacción.

Me miró expectante. Me carcomían los nervios.

—Estoy embarazada —dije en un hilo de voz.

Sus ojos… esos ojos color azul intenso se abrieron como platos, sus manos fueron directo a mi cintura y sonrió. Sonrió feliz.
Me atrajo a su pecho, rodeándome con sus fuertes brazos.

—Te amo, bebé —murmuró en mi oído.

Me apreté a él en
señal de amor.

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Ella nació. Era hermosa. Igual a Steve, no había forma de decir que no eran padre e hija… pero ahora tocaba lo más difícil; decirle a los demás.

Mi, ahora esposo (nos casamos a escondidas hace tres meses), llegó con una gran sonrisa, al verme con Lia sonrió más, se acercó a mi, me dio un beso y luego besó el cachete de la beba de casi un año.
Se quedó allí… solo mirando, con una pequeña sonrisa en su rostro, acariciaba el de nosotras de vez en cuando o tan solo jugaba levemente con mi cabello.

—Estaba pensando… —suspiró.—no quiero contarlo, al menos no ahora, esperemos… es decir, estamos bien así, quiero seguir bien.

El azul se clavó en mi marrón y todo lo que hice fue sonreír, asentir y besarlo. También quería eso. Era nuestro secreto, nuestro amor lo era. Todo estaba bien así.

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