Más allá de su mirada©

Capítulo 5

Miley Cyrus- Stay

GEMMA

Mis ojos se deslizan por el lugar, todas las personas visten elegante, sus trajes y vestidos son caros y finos. Hace poco Chad subió al escenario y habló, dio su discurso por haber logrado abrir su propio hotel, ahora todas las personas solo beben de las copas de champaña y comen los aperitivos que los meseros les ofrecen.

Este no es mi entorno, no escajo en estancias tan finas y elegantes, y mucho menos si no tengo con quien hablar. No diré que las personas me miran como si fuera un bicho raro, porque están muy enfrascados en sus conversaciones para ver a la mujer que está a unos pasos de distancias de ellos. Le entrego la copa vacía de champaña a un mesero y salgo del hotel, yendo hacia la parte trasera y sentándome en una de las sillas.

El clima es cálido, a pesar de ser de noche es muy agradable. Si Anne estuviera aquí estaríamos hablando, pero Timmy se enfermó, y ella y Owen no quisieron dejar solo al pequeño. Por ello, se disculparon con Chad por no poder asistir.

—Tú debes de ser la gran diseñadora de Ciel bleu.

Frunzo el ceño y giro, encontrándome con un hombre de cabellos castaños y ojos color caramelo, se encamina despacio hacia la silla delante de mí y se sienta, colocando el abrigo negro que tiene colgando del brazo en su pierna derecha.

—Lo soy.

Sonríe y ladea la cabeza hacia un lado.

—Creí que ibas a decir: Oh, soy la que lo diseñó, pero no soy una gran diseñadora. O que quizás dirías que estoy exagerando.

Le sonrío y niego con la cabeza.

—Sé que tengo talento para el diseño, si me halagas, recibiré el halago con gusto.

Asiente con la cabeza.

—Me gusta tu manera de pensar. —Extiende su mano en mi dirección, lo primero que llama mi atención es el gran reloj de oro que decora su muñeca, debe valer más que mi casa—. Un gusto, Marc Blake.

Tomo su mano y la estrecho.

—Gemma...

—Snok —interrumpe y sonríe—. Sé quién eres. Y déjame seguir alagándote, señorita Snok, este hotel es una obra de arte, muy precioso. Igual que su diseñadora.

Arqueo las cejas y él sonríe de lado. No me sonrojo, es un hombre guapo y educado, pero no hay sonrojo en mi rostro, y es algo extraño, ya que últimamente me sonrojo con facilidad.

—Gracias.

—¿Me aceptaría una copa de champaña? —inquiere curioso.

—Seguro —digo amable y él dice que volverá en un momento, vuelvo a estar sola en el lugar.

Cierro los ojos cuando una ráfaga de viento sopla y mueve mi cabello hacia los lados, lamo mis labios y me abrazo a mí misma. Hace casi un año perdí a mi bebé, los dolores comenzaron en esta ciudad y no le presté atención, si no lo hubiera perdido quizás ya estaría gateando o balbuceando para hablar.

—Estoy de vuelta —lo escucho y le sonrío amable mientras se acerca con dos copas, me pasa una y me invita a levantarme, estirando su mano, la cual tomo—. Hay que hacer un brindis, este también es tu logro.

Asiento. Su copa choca con la mía, emitiendo un pequeño sonido.

—Salud —decimos al unísono.

Hay algo, en su mirada que hace que tenga curiosidad, no sé qué es, pero me mira de una manera que provoca que mi cuerpo se estremezca, lo veo tomar de su copa y me hace una señal para que haga lo mismo, miro el líquido y lo llevo hacia mis labios.