Más allá de su mirada©

Capítulo 3

Kygo, Miguel- Remind me to forget

CHAD

—¿Más? —inquiere el hombre y asiento con la cabeza.

Veo como el licor comienza a llenar el vaso de cristal, cuando está casi por la mitad deja de servir. Tomo el objeto entre mis dedos y meneo el contenido en su interior, escuchando como los cubos de hielo chocan contra el vidrio y el líquido se mueve hacia los lados como si fuera el mar.

Tomo de un solo trago todo el contenido, ya no quema cuando se termina de deslizar por mi garganta, cierro mis ojos con fuerza y luego chasqueo mi lengua, antes de que levante la mano para pedirle al bartender más, escucho el sonido del alcohol llenando mi vaso.

Cuando abro los ojos y veo a la persona enfrente de mí, mis labios se estiran en una sonrisa torcida, mientras que él me la devuelve.

—¿Por qué será que no me sorprende encontrarte aquí cuando no me respondes el teléfono, Chadsito?

Me rio por lo bajo y tomo el vaso de vidrio.

—Porque me conoces, Owencito.

Bebo el alcohol de golpe y él no se inmuta, no me dice que debo dejar de beber, tampoco que tengo que rasurarme la barba como lo dice mi madre o Juls. Solo me observa con compasión, odiaba esa mirada antes, ahora, no me interesa que me tenga lastima, solo me interesa que esté aquí, que me siga cuidando igual que cuando éramos más jóvenes.

—¿Has tenido una mala noche? —inquiere en voz baja.

Me encojo de hombros.

—Solo obtengo lo que merezco —musito y le extiendo el vaso para que me sirva más alcohol—. Al final del día, soy un imbécil.

Se echa a reír entre dientes.

—Lo eres, eres un imbécil que admite que lo es. Eso es bueno.

Le sonrió burlón. Siempre admito lo que soy, y entre todos los imbéciles que existen yo debo tener una corona por ser el rey. Mirenme, lastimé a la mujer con la que creía que iba a casarme, también lastimé a la mujer que quería proteger de sus pesadillas.

Soy un fracaso para el amor.

—¿Qué tal las mini vacaciones?

—Genial. Anne cocinó y se le quemó por jugar con Timmy.

Me echo a reír y niego con la cabeza.

—Tu prometida es un peligro en la cocina.

Se ríe.

—Lo sé, por eso le dije que lo mejor es que yo cocine y ella arregle el desastre después.

—¿Y la fierecilla acepto? —me lanza una mirada mortal y alzo mis manos—. Es la costumbre, tiene caracter, no me culpes por apodarla así.

—Sí te termina golpeando no te quejes.

Sonrío de lado y asiento con la cabeza.

—¿Por qué llamabas?

—Anne y mi madre están planeando una comida para mañana en la tarde, para que no salgas que tienes un compromiso.

—Mañana esto...

—Ni se te ocurra, imbécil —masculla amenazante—. Anne y mi madre van a hacer una comida y tu feo culo debe estar sentado en la mesa del jardín junto a los demás, nada de excusas o dejaré que mi madre vaya y te traiga de las orejas y sabes que lo hará.

—No le tengo miedo a Juls —susurro firme.

Sonríe burlón y saca su teléfono del bolsillo.