Capítulo 13

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Saturno- Pablo Alborán

CHAD

—¡Amenazaste a mi hijo todo este tiempo! ¡Ayudaste a esas mujeres! ¡Fuiste tú el del dinero! —grita, veo como escupe y como su vena se marca en su frente roja por la cólera—: ¡Traicionas a tú propia familia!

—Marc no es mi familia —digo con tranquilidad fingida—. Él es una escoria humana que abusa de mujer frágiles, y ambos sabemos que en el juicio que está en proceso la mujer lo va a ganar; a menos claro. Que la asesinen, aunque creo que eso no lo pueden hacer —le sonrío a mi tío Arnold—. Ella está fuera de su alcance.

Veo como tensa su mandíbula y aprieta sus puños, estoy diciendo la verdad, y él lo sabe, él y su mugriento hijo lo saben y no pueden negarlo, tienen miedo.

—¡Como puedes hacer esto! Y todo porque Marc le ofreció una copa a la diseñadora.

Bufo y me cruzo de brazos, lo miro incrédulo.

—Ambos sabemos que no era una copa y ya, ambos sabemos, señor Arnold, que esa copa estaba adulterada.

Gruñe entre dientes como si fuera un perro, estoy hirviendo de la cólera, quiero caerle encima y darle puñetazos por ser tan cabrón y proteger al bastardo de Marc, si la tía Lizzy estuviera aquí, estaría avergonzada de haber parido a Marc y de haber amado a una porquería como Arnold.

—¡Eres un...!

—Ya es suficiente de gritos e insultos, señor Blake —dice Owen en toda la puerta, está serio y tiene las manos dentro de los bolsillos—. Es mejor que se vaya de mi edificio por buen pie, claro, si no quiere que lo saquen a patadas de aquí.

Arnold se gira furioso hacia él, parece una bestia, algo feroz, pero Owencito ni se inmuta, ese es mi amadito esposo. Siempre con las bolas en su lugar.

—Soy socio y puedo estar en este edificio si se me pega la puta gana.

Una sonrisa de lado se desliza por los labios de Owen, siempre controlándose, manteniéndose relajado, sereno y en total calma mientras manda todo a la mierda. Sólo lo he visto perder el control una vez, y fue cuando secuestraron a Timmy (su hijo adoptivo) ese día fue caótico.

—No se preocupe, eso se soluciona rápido. Debido a que tengo poder y puedo hacer lo que se me venga en gana, no quiero que siga siendo socio.

—¿Qué?

—Lo que escucha, espere a mis abogados, ellos se encargarán de disolver la sociedad.

—¡No puedes hacer eso!

Owen sonríe y me mira con malicia, le hago un ademán con la mano para que siga con el show.

—Si puedo hacerlo.

—¡Necesitas mi dinero!

—No lo hacemos —dice Owen sin levantar la voz—. Mi familia y yo poseemos el dinero necesario para mantener la empresa y abrir muchos más hoteles, sino se ha dado cuenta, tenemos mucho más dinero que usted, así que no lo necesitamos.

—¡Eres un...!

—Sáquenlo —lo interrumpe Owen y los guardias de seguridad entran para sacar a Arnold.

Muerdo mi puño para no echarme a reír mientras el hombre se mueve como un gusano para que lo suelten. La seguridad no es un chiste en el edificio, son hombres grandes y robustos que saben hacer su trabajo muy bien.

—No lo dejen entrar, y si lo intenta, arréstenlo y déjenlo encerrado por unas horas —digo con burla.

Los hombres de seguridad asienten y sacan a Arnold de nuestra vista. Intercambio una mirada con Owen y nos echamos a reír, me dejó caer en la silla y él se acerca para sentarse.

Más allá de su mirada©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora