Capítulo 6

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Birdy- 1901

GEMMA

Me siento ansiosa, mis ojos buscan algo con lo cual distraerse para que mis nervios no aumenten, porque siento su mirada en mi perfil, porque quiero hacer tantas preguntas, quiero decir tantas cosas, pero no soy capaz de pronunciar ninguna de mis dudas, no soy capaz de buscar respuestas.

El auto se detiene en un estacionamiento vacío, la puerta de su parte se abre y en un abrir y cerrar de ojos está abriendo la mía, desabrocho el cinturón y tomo su mano cuando me la ofrece. Las cosquillas por el contacto de su piel contra la mía me hace estremecer, es por ello que cuando salgo del auto la suelto lo más rápido posible.

No soy capaz de ver su reacción debido a que aparto la mirada. Me estoy arrepintiendo, me siento tan extraña, tan fuera de lugar, antes podía hablar bien con él, ahora siento el aire tenso entre ambos, como se complica cada vez que estamos en un mismo lugar.

No confío en él.

No puedo hacerlo.

Su voz me pide que lo siga, veo como su figura comienza a alejarse cada vez más, luego se detiene y voltea a verme, no me pide de nuevo que lo siga porque con la mirada ya lo está haciendo. Me debato unos segundos antes de ir detrás de él. Todo está desolado a nuestro alrededor, pero las luces que emite la gran rueda a unos pasos de distancia es despampanante, sus colores se basan en el morado, unos claros y otros oscuros.

—Es una de las ruedas de observación de Canadá, antes esto era un puerto —musita mientras caminamos hacia la rueda.

No respondo. Ya sabía, investigue sobre Montreal cuando me enteré que iba a venir, lo había hecho para poder turistear, lo había hecho para divertirme y llenarme de buenos recuerdos, pero eso no ocurrió, cuando vine me rompí como un cristal, no obtuve buenos recuerdo, tuve fue un infierno.

Un hombre de edad habla con Chad, no presto demasiada atención y en completo silencio me subo a una de las cabinas de la rueda cuando me lo piden, abrocho el cinturón de seguridad y veo la vista, no observó a Chad, pero si siento cuando se deja caer a mi lado.. Las dos primeras vueltas las damos en completo mutismo, cuando estamos a punto de terminar la tercera vuelta el artefacto se detiene en la punta.

Mis ojos se quedan fijamente en la ciudad, desde aquí puedo observar las luces y edificios. Cruzo mis brazos por debajo de mi pecho y abrazo mi cuerpo, la carne de mi cuerpo se coloca de gallina cuando siento su mirada en mi rostro.

—¿Qué es lo que estamos haciendo? —musito en un susurro bajo, volteó a verlo y me estremezco al ver su mirada, no soy capaz de descifrar pero es intensa—. ¿Qué estás planeando?

—Tu perdón.

Directo, sin pelos en la lengua y mirándome fijamente lo suelta. Ahora entiendo porque la amabilidad, porque la importancia. Su confesión no me hace cosquillas, no hace que sienta absolutamente nada. Lo odie, después de la muerte de mi bebé lo odié, le eché la culpa, pero después simplemente lo oculté, me tragué la tristeza y actué como si nada. Pero ahora, la tristeza, el odio, todo se está mezclando dentro de mí.

—Te perdono —musito cuando la rueda comienza a moverse. Su rostro se contrae por la confusión, parpadea aturdido y mueve la cabeza hacia los lados, como si no supiera qué decir. Quizás no esperaba esas palabras, quizás quería que hiciera una escena, pero no lo haré, si esto es lo que necesita para volver a distanciarse y seguir con su vida, lo diré—. Ahora, quiero volver al hotel.

—Aceptaste.

—Lo sé, pero he cambiado de opinión. Esto —nos señalo—. Lo que sea que sea, no funcionará, no por una noche, ya nos hicimos suficiente daño, es hora de solo seguir cada uno por su lado.

Más allá de su mirada©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora