•11•

160 11 0
                                    

Cuando Zack dijo que me revelaría sus secretos, un montón de cosas pasaron por mi mente, pero ninguna fue capaz de asemejarse a la realidad; a esa verdad que me mostro lo peor de su historia y que me debería alejar de él, pero que por el contrario, me dan ganas de acercarme más.

Estos problemas debían de ser como una cuerda que le asfixiaba, y he escogido ayudarle a quitársela del cuello, con la firmeza que he decido escapar por la puerta trasera, ya que si mi abuela despierta, lo más probable es que le haga un cuestionario tipo FBI y lo último que necesitamos ahora mismo es un policía.

—Sabes que puedo invéntame cualquier cosa, no es como muy educado solo desaparecer de la casa donde te salvaron de morirte ¿No crees? —dice cuando me ve parada en la puerta.

—Recordemos que tú eres un criminal y mi abuela no es ninguna tonta, además ella se puede quedar todo el día haciendo hablar a alguien.

Después de haberle dicho eso él pasa la puerta, y yo lo hago detrás, pero desafortunadamente le termino dando una patada al entremarco y haciendo un movimiento torpe para no caerme de cara.

—No recordaba que fueras tan torpe —dice conteniéndose para no reírse tan fuerte.

—Ni yo que fueras tan burlón, oh, vale, de eso si me acuerdo. ¡Te burlabas de mi todo el tiempo!

—Pero dime —dice aun con una media sonrisa— ¿Quién se tropieza en la puerta de su casa?

—Mi estado natural es ir tropezándome por la vida, así que cállate de una vez —digo mientras me incorporo como si nada.— ahora vamos a desayunar algo.

—¿Segura que no despertaste a nadie con semejante estruendo?

—Mi abue esta medio sorda y ronca como un camión, así que no creo haber despertado a nadie. Además siempre queda la posibilidad de culpar a Aslan, mi gato.

—¿Y tus padres?

—Ellos no están en casa.

Vamos a una panadería que hay cerca, pedimos algo sencillo y de repente el silencio vuelve a azotarnos. No puedo evitar mirarlo con cierta curiosidad, como si al frente mío tuviera un rompecabezas que por más que intente no logro encajar con éxito.

Por adelante es un alguien totalmente seguro de si mismo, con una fortaleza de hierro y una sonrisa que emana felicidad, con un cuerpo formado por el deporte y un rostro muy fino; de cejas pobladas, ojos marrones, nariz recta, labios a un nivel justo y mandíbula fuerte. Pero por detrás tiene miedo del ambiente que le rodea y de sus propias manos, esconde una inseguridad que lo vuelve impulsivo y las cicatrices que recorren tanto su espalda como su memoria.

¿Quien es él realmente?

—Oye, ahora que lo pienso, nunca he visto a tus padres —dice sacándome de mis pensamientos.— Solo recuerdo a tu abuela y creo que tenías un hermano mayor ¿Cierto?

—Eso es porque jamás están en casa. —respondo encogiéndome de hombros— y sí, tengo un hermano mayor que ahora está en la universidad; Adam.

—¿Pero por qué nunca están en casa?

Estoy a punto de responder por trabajo, como siempre, pero después de todo lo que él me ha revelado, lo más justo es que yo también le cuente algo que pocos saben sobre mí y que algún día decidí mantener en secreto.

—Está bien si no quieres decirme. Tal vez no debí de preguntar.

Fuerzo una sonrisa, me acomodo las gafas y termino de beber todo el vasito de chocolate, acordándome desventuradamente del que deje preparando en casa. Debí de asegurarme de que no existiera la posibilidad de alguna catástrofe en la cocina, pero apenas tuve el tiempo para quitarme la cara de dormida y ponerme un pantalón ancho y una camisa blanca.

Acomodo frenéticamente mis ideas antes de empezar a hablar.

—Mis padres eran demasiado jóvenes cuando tuvieron a mi hermano. Eran universitarios, tontos, pobres y enamorados. Pero a pesar de todo, decidieron que podían sostener a Adam y seguir adelante; se casaron en un matrimonio informal, consiguieron un apartamento pequeño, le mintieron a mis abuelos maternos y de alguna manera siguieron entre estudiando y trabajando. Al principio las cosas les funcionaron, pero pasó el tiempo y cuando atravesaban su peor momento, llego su segunda hija, lo cual termino de romperlos. Ellos aún tenían sueños, querían terminar de construirse y no pensaban desperdiciar su vida en nosotros, por lo que acudieron a mi abuela paterna, la cual nos acogió a ambos con un cariño incondicional.

—Pero supongo que de alguna manera ellos tenían que volver a casa ¿No?

—La verdad es que nunca llegamos a sentir la cercanía que deberíamos, de hecho, nunca me olvidare de la vez en la que en un ataque de ira, mi hermano dijo que sería mejor si nuestros padres estuvieran muertos, porque al menos así tendrían una excusa para no estar con nosotros. Existen muchos recuerdos, en los que la mayoría tienen a sus padres presentes, pero en los míos, solo se encuentran mi abuela, esa mujer que sacrifico tantas cosas por nosotros y Adam, el cual en ocasiones solía adoptar el rol de padre para mí.

Al ver que ambos hemos terminado, me levanto y salimos de la cafetería, pero nuestra conversación sigue.

—Y Adam, ¿Dónde dijiste que está ahora?

—En la universidad, estudiando Ingeniera. De pequeño siempre le gusto ver cómo funcionaban las cosas, o más vale, le encantaba desarmar y armar cualquier cosa que tuviera un mecanismo, desde el ventilador viejo de la sala hasta cualquiera de mis juguetes.

—¿No te duele que se haya ido?

—Claro, pero la vida me ha enseñado que a veces es mejor dejar ir a alguien. Antes, solía estar enojada con mis padres por su ausencia, pero con forme crecí, me volví cada vez más independiente y me acostumbre a lo que yo llamo un amor lleno de espinas, porque te hace menos daño si tiene la distancia de por medio.

Volteamos una esquina y nos encontramos de frente con tres chicos sentados en la acera, voy a seguir sin prestarles atención, pero veo que Zack se detiene y al momento deduzco porque. El que lleva una cadena que le cuelga del cuello se levanta y los otros dos, uno rubio y otro con un mechón de pelo azul, imitan su movimiento como si fueran su sombra.

—Cap, sabía que eras un perro que andaba con cualquier niña que se te atravesaba, pero nunca imagine verte con este bicho raro —dice Henry con malicia en los ojos.— primero eres amigo del marginado y ahora estas con la friki que nadie ha querido nunca.

Sobre todo antes, algunas personas solían ponerme apodos por ser rara, ya que soy la clase de chica que nunca entendió la felicidad de comprar ropa o salir de fiesta, porque lo único que necesita para ser feliz es un día lluvioso acompañado de comida, libros y Nextflix.

Veo como Henry se acerca a mí con una sonrisa del diablo. Extiende su brazo con lentitud y un escalofrío me recorre cuando siento sus dedos rozar los míos.

—¿Cuál es tu problema? —grito apartándome de un manotazo— Solo eres un niño riendo con el sufrimiento de otros. Toda tu vida has sido así, lo recuerdo bien, siempre maltratas a cualquiera que parece débil. Pero mira, te tengo noticias; sé que me veo débil, pero yo no soy una niña de cristal, así que si crees que lo que digas me afecta, andas muy equivocado.

Entonces siento que alguien me toma de la mano, pero esta vez no me suelto, por el contrario me aferro más, ya que aunque sean las mismas manos que algún día sostuvieron un arma, tengo la certeza de que nunca me harían daño.

—Pelear contigo no vale la pena —le dice Zack sin soltarme— Así que nos iremos de una vez.

Tengo la sensación de que Henry quiere golpearlo, pero uno de los chicos que están a su lado, el que tiene el pelo negro con un resaltante mechón de pelo azul, lo impide:

—Yo me encargare de ellos —dice obligándonos a dar media vuelta, alejándonos de Henry que comentaba algo horrible con el otro chico.

Avanzamos dudosos, por algún extraño motivo sin soltarnos de la mano, aunque algo me dice que Zack lo hizo más para que me callara y no siguiera escupiéndoles las verdades en la cara a ese imbécil.

Me fijo en que el chico además de tener el pelo azul, tiene unos ojos como el océano; pero no solo por ese color hermoso, sino también por la forma en la que mira a través de ellos, como si estuviera escondiendo un secreto en sus profundidades.

Almas solitarias | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora