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Seguimos caminando hasta que Matthew se detiene, posando sus ojos azules sobre nosotros, como si quisiera decir algo, pero sin encontrar las palabras adecuadas para hacerlo.

Matt.

Lo conozco... o al menos eso creo. Lo veo siempre en los pasillos del colegio, acompañado por Henry y cometiendo quizá demasiadas tonterías. Estoy esperando cualquier cosa, un movimiento violento o una frase envenenada, pero su silencio me resulta totalmente desconcertante.

—Venga, ¿Posamos para la foto mental que nos estás haciendo o qué? —desespera Zack.

Él solo alza la mirada, sin expresar ninguna emoción, para luego preguntar en un tono de voz bajo y nervioso, como alguien que decide lanzarse al vacío.

—¿Saben quién es William Petersen?

¿La verdad? Ni idea. Pero bueno, yo tampoco es que sea muy buena recordando o enterándome de que es lo que sucede en este mundo.

Miro a Zack y el asiente.

—¿Qué sabes de él? —inquiere Matt.

—Casi nada, apenas lo conocí ayer porque resulto que ambos hartamos a nuestros profes y nos mandaron a dirección —le responde—. ¿Por qué preguntas? ¿Qué sabes tú de él?

Matt suelta un resoplido, como si esa pregunta tan sencilla tuviera una respuesta demasiado complicada.

—Posiblemente mucho más de lo que él se atrevería alguna vez a contar.

Después de decir eso, se quita la mochila que llevaba en los hombros para empezar a buscar algo en ella. Finalmente saca una libreta negra.

—¿Ese es su diario? —pregunto.

—No lo sé, pero ese chico ha plasmado toda su realidad en estas hojas, y déjenme decirle, que no es una exactamente bonita.

—¿Cómo lo conseguiste? ¿Acaso le robaron hasta los cuadernos? —ataca Zack

Esta vez Matt si se muestra molesto, pero sigue hablando con cautela.

—Tú estabas ahí —responde con el mismo tono de voz—. lo estábamos golpeando cuando apareciste y lo ayudaste a escapar. Luego de eso, tome por curiosidad este cuaderno que había salido de su maleta quedando olvidado en el asfalto, pero nunca pensé con lo que me encontraría.

No lo entiendo. El parecía una de las últimas personas en preocuparse por las victimas de Henry. ¿Qué cosas tan importantes pudo haber descubierto en ese cuaderno? ¿Por qué parece tan preocupado, con la necesidad de entregárselo a alguien más en vez dejarlo encima del escritorio otro día?

¿Por qué, siendo el uno de los matones, está haciendo esto?

Una respuesta fugaz pasa por mi mente: puede que él no sea realmente un matón. Siempre lo vi al lado de ellos, pero, también pudo haber hecho todas esas cosas horribles sin decisión propia, con el único propósito de encajar y establecerse en la cúspide del estatus social del colegio.

—Les entregare la libreta, y ustedes tendrán que cumplir con una promesa.

—Aja —Zack le mira incrédulo— dispara. ¿Qué pides?

—Evitaran que William Petersen termine con su vida.

Nos miramos, entre confundidos y aterrados. Pensé que sería el diario de un chico solitario, posiblemente víctima de bullyng, pero nunca de un suicida.

Petersen.... Dios mío. PETERSEN. Ya recuerdo, estoy casi segura que es el mismo apellido de un padre que murió hace unos meses.

Maldita sea. ¿Por qué será que la muerte se empeña tanto en perseguir a ciertas personas?

Almas solitarias | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora