PHONIX: Libro Uno De La Saga "RENACER" (1/5)

Capitulo 6: "Nuestro mundo"

Escuché la puerta siendo tocada varias veces, e instantáneamente abrí los ojos.

—Princesa Flament.

—Iré enseguida —dije, mientras salía de entre las sábanas y me acercaba con pasos torpes hacia la puerta.

—Sí... ¿Qué pasó?

—Plarimum la está esperando en la sala principal.

—¿Quién?

¿Cómo que Plarimum?

—La mujer que vio ayer al despertar. Ella es la encargada de este instituto.

—¿Le dicen Instituto aquí también?

—¿Disculpa?

—Dígale que iré en unos minutos, y gracias por avisarme.

—No hay ningún problema, princesa Flament.

Y ya vamos con lo mismo.

—Am... ¿Podría-Podría no decirme de esa manera? Por favor...

—Como usted guste, Señorita Flament.

Le regalé una corta sonrisa y proseguí a cerrar la puerta sin esperar ninguna palabra más, soltando un largo suspiro.

—Bueno Phonix, ya estás aquí. Así que trata de adaptarte. Es lo mejor que puedes hacer por ti.

Dirigí mis pies hacia la entrada del baño y me detuve al ver la enorme piedra cóncava, que me imagino que es la bañera.

—Wow.

Entré con cautela al enorme círculo de piedra pulida de color negro, después de desnudar mi cuerpo, y no pude evitar reír.

Dios... ¿Qué estoy haciendo aquí?

¿Esto es real?

—... ¿Dónde está el agua?

Repasé con la mirada cada parte de la enorme bañera, notando como una pequeña piedra estaba incrustada en una parte de la superficie, y sin más la removí, saliendo chorros de agua al instante.

—Waaaaao. Aquí si hay mucho dinero.

Al terminar de asearme, enrollé mi cuerpo en una toalla color marrón y arrastré mi anatomía hasta estar frente al lavado, donde se suponía que tenia que lavar mis dientes.

Exacto... se suponía.

—¿Dónde diablos ponen el cepillo de dientes?

Busqué por todas partes aquel objeto sin tener ningún resultado, así qué sin más, me rendí.

—Hoy no te toca cepillarte—Canturree, mientras me dirigía hacia la habitación nuevamente.

"La ropa está en el armario, espero que le guste."

Decía el pequeño papel sobre la cama, haciéndome fruncir el ceño.

—¿Ellos entraron a mi habitación mientras me estaba bañando? —dije al ver el pequeño objeto sobre la cama.

¿Es enserio?

Obligué a mi cuerpo llegar hasta el tal armario, abriendo la puerta al instante.

—¿Es una broma?

Sí, claro que es una broma.

—¡¿Pero qué estoy pagando yo?!