La vida de Áida: una chica... ¿Normal?

Mis primeros hechizos

Áida: Y... ¿ahora qué?
Urania: Te vas a dormir
Áida y Aidania: ¿¡Qué!?
Áida: ¿Cómo que a dormir? ¿Esperas que me duerma después de todo esto? Además, aún es temprano.
Urania: ¿Sabes qué hora es?
Áida: No -miré mi reloj y ya era casi medianoche- ¡Wow! ¿En qué se nos fue el tiempo? -nos quedamos en silencio unos segundos-
Urania: ¡Tiempo! ¡Eso es! Hay una forma de detener el tiempo para que podamos practicar magia sin que te dé sueño ni pase más tiempo. Tiempus congélicus. -me congelé en el tiempo- Ups, olvidé que eras parte del hechizo. Tiempus descongélicus. -me agarró del hombro- ¡Ahora sí! Tiempus congélicus. -dijo mientras movía su brazo circularmente en frente de ella-
Áida: ¡Wow!

El reloj dejó de moverse, ya no había música, ni el se oían las pajardillas, ni los pitos de los carros; todo estaba en completo silencio. Fui a nuestra habitación y todas estában quietas. Agus estaba suspendida en el aire encima de su cama, ¡estaba saltando otra vez! También había plumas de las almohadas por todas partes (debido a la épica guerra entre Alicia y Amalia) quietas y por más que las soplara no se movían. Ana y Ámbar no estaban ahí, así que fui a mi cuarto. Ana estaba en la cama leyendo y Ámbar se estaba lavando los dientes, pero el agua, como era de esperarse, no caía. ¡Era increíble! Volví a la sala

Urania: Muy bien, ¡comencemos! Primero, un hechizo básico: un hechizo de levitación. ¿Recuerdas qué fue lo que Aidania te dijo que levantaras?
Aidania: Perdón que me meta, pero... tú nunca le dijiste nada de eso. Y nadie se aprende mi nombre escuchándolo solo una vez
Áida: No te preocupes, es tu vida también. Aunque sí, tienes razón. ¿Qué?
Urania: ¿Qué? Nada -dijo algo nerviosa-
Aidania: ¡No la dejes escapar! ¡Pregúntale!
Áida: ¿Cómo sabías eso?
Urania: (¿) Intuición femenina (?)
Áida: De acuerdo.... una pluma en todo caso.
Urania: ¡Listo! -me alcanzó una pluma- ¿Te dio algún hechizo?
Áida: Sí
Urania: ¿Lo recuerdas?
Áida: Eso creo
Urania: Bien. Haz lo que ella te dijo, pero esta vez con la varita
Áida: De acuerdo -tomé la varita- "Steve, sugiere" -dije siguiendo las instrucciones al pie de la letra y salió un pequeño mononstruo-
Mononstruo: Pues yo te sugiero que me preguntes ahora antes de que me vaya
Áida: ¿¡Quién eres y cómo llegaste aquí!?
Mononstruo: Me llamo Steve y llegué aquí con tu hechizo para sugerirte algo. ¡Me voy! ¡Chao! -y desapareció-
Áida: ¿¡Qué diablos fue eso!?
Urania: Steve
Aidania: ¿Osea que tu primer hechizo, fue un mononstruo consejero llamado Steve?
Áida: Eso parece
Urania: ¡Áida! -dijo cayendo en cuenta de algo- ¡Tu primer hechizo! ¡Lo lograste! Y fue más complejo de lo que esperaba
Áida: Sí lo fue, ¿no?
Aidania y Urania: Sí
Aidania: ¡No me esperaba eso!
Áida: ¿Por qué?
Aidania: Ese es un hechizo muy complicado para tu primera vez. Acabas de convocar un mítico monstruo consejero. Urania logró eso ya de adulta; Celestia, la Aguilar más poderosa hasta ahora, lo logró a los dos años de comenzar a practicar su magia y tu mamá nunca lo logró. ¿Sabes lo que eso significa?
Áida: No
Aidania: ¡Significa que tal vez eres la Aguilar más poderosa de toda la historia o incluso la cinhumana más poderosa que haya existido jamás!
Áida: ¡No exageres Aidanita! Sí, fue un hechizo más poderoso de lo que todos esperábamos, pero no por eso soy la persona más poderosa de todos los tiempos. ¡Ese hechizo fue un accidente!
Aidania: ¡Ya sabes lo que dicen! "Los accidentes no existen"
Áida: ¡Volvamos a los hechizos!
Urania: ¿Para qué? Si ya lograste ese
Áida: Sí... pero ¡fue un accidente!
Urania: Los accidentes no existen
Aidania: ¡Te lo dije!
Urania: Pero, si eso es lo que quieres, intentemos otros hechizos

Y sacó el gran libro, no sé para qué. Me explicó que en el libro había magia de todo tipo: desde magia básica, hasta magia tan poderosa que fue prohibida. Cough, cough, Celestia, cough cough. Aunque no toda su magia fue prohibida, solo los mayores hechizos debido a que casi nadie tiene magia tan poderosa y, si alguien lo inentara, posiblemente algo muy malo le pase. ¿Quién lo prohibió? No estoy segura, pero creo que cada dueña del libro, al leerlo, se dió cuenta de que ciertos hechizos no eran aptos para sus hijas/os. Urania, en su capítulo, hizo una sección especial de magia básica, en la cual trabajamos un buen rato. El primer hechizo fue el de levitación y al fin me salió bien, aunque lo hice sin todos los movimientos que Aidanita me dijo; solo apunté a la pluma y funcionó.

Urania: En serio no entiendo por qué quieres aprender estos hechizos tan simples si ya lograste el mítico monstruo consejero. Es como devolverte. Es como aprender a correr y luego querer caminar.
Áida: Pues quiero aprender estos hechizos porque no me sirve de nada saber los hechizos más complicados si no puedo ni siquiera levantar un objeto.
Urania: Como quieras. El siguiente hechizo es de movimiento. Una vez tengas el objeto en el aire, tienes que apuntarlo con la varita, decir el nombre del objeto, "movimentus" y la dirección. Inténtalo.
Áida: Okey. Pluma, movimentus, cra. 8, avenida Marilopsa con 10ª -y la pluma salió volando a la calle, en frente de nuestra puerta (ya que esa era la dirección de mi casa) y nosotras la seguimos-
Urania: Con "dirección" me refería a izquierda, derecha, adelante, atrás... pero eso también funciona.
Urania: Ahora mete esa pluma a la casa y la bajamos. -y eso hice. Una vez en la sala:- Ahora bájala
Áida: ¿Cómo hago eso?
Urania: La apuntas con la varita y dices "desciende"
Áida: ¿Así como así?
Urania: Sí, así como así.
Áida: No pensé que hubiera hechizos en español. Pensé que todos eran en... hechizdioma.
Aidania: ¿"Hechizdioma"? ¿En serio?
Urania: ¿Qué puedo decir? Los mejores hechizos son en "hechizdioma", como tú dices, pero hay otros muchos en español común y corriente. Ahora, baja la pluma.
Áida: Desciende. -dije apuntándola con la varita y la pluma bajó-
Urania: Muy bien, creo que eso es todo por hoy. ¿Quieres descongelar el tiempo?
Áida: ¡Claro! Pero antes, dame un minuto. -y salí hacia nuestra habitación-
Aidania: ¿No crees que eso es muy irónico? ¡El tiempo está congelado! ¡No hay minutos!, ni segundos, ni horas.

Llegué y decidí jugarle una broma a mis hermanas: a Alicia y Amalia les quité las almohadas, a Agus la puse en otra cama, las que se estaban cepillando el pelo, que eran la mayoría, les cambié los cepillos por peluches; a Ana le puse el libro al revés, llevé a Ámbar a otro baño y al resto que estaban cada una en su celular, les cambié los celulares y nadie quedó con el suyo. Volví a la sala.

Urania: ¿Qué hiciste?
Áida: Nada. Ahora, ¿cómo es el hechizo descongela-tiempos?
Urania: Dices "tiempus descongélicus" mientras saltas y giras con tu varita.
Áida: Muy bien, aquí voy. "Tiempus descongélicus"

El reloj volvió a andar, las pajardillas volvieron a sonar al igual que los pitos de los carros y mis hermanas gritando, ¡mi broma funcionó! El agua volvió a correr y todo volvió a la normalidad. Me despedí de Urania, me empijamé y me fui a dormir con las demás.