El pez mordió el anzuelo... (pt 3)

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Esa tarde llegué flotando a casa. Mi mente no sacaba la imagen de Murasakibara quitándome el chupetín de la boca ni por un segundo. Estaba ansiosa por recibir un mensaje suyo aunque sea sólo por las tontas golosinas. Al menos ya sabía un punto débil sobre él...
Abrí la puerta de casa, me quité los zapatos y anuncié mi llegada, lo cual hizo que me sienta tonta al decirlo ya que generalmente estaba sola la mayoría de los días. Mi madre es azafata y mi padre piloto, ambos suelen tener horarios no convencionales y hay veces que se esfuman por días. No me quejo sobre eso ya que en esos días puedo cenar todos los dulces que se me antojen y mirar películas hasta tarde, así que tiene su lado positivo.
Entré a mi habitación, dejé la mochila sobre el suelo al costado de mi escritorio y me tiré sobre la cama. En ese momento deseaba tenerlo al lado. De nuevo sentí esa extraña cosquilla sobre mi vientre. Se supone que esas son las famosas mariposas cuando te enamoras? Mmm bueno no se si esto era AMOR, yo diría que atracción y muy fuerte. De todos modos qué sabia yo sobre aquellos temas? Nunca había tenido novio, ni citas, ni nada parecido. Tampoco sabía coquetear como lo hacen las chicas de mi edad, no creo que se me den ese tipo de cosas. Soy más bien sencilla, directa y en cierto modo cero misteriosa. En mi colegio anterior era considerada una de las chicas más sexies, nunca entendí por qué, supongo que era por mi figura, según decían. Pero lo que allá se consideraba atractivo, acá en Japón no lo era en absoluto. Por el contrario las chicas aqui eran menudas, súper tiernas y femeninas, totalmente opuesto a mi 1,70 cm de estatura, mis 90 cm de busto y 100 cm de caderas. Si me dejaba guiar por el estereotipo de aquí, entonces tenía todas las de perder. Sacudí la cabeza para alejar esos pensamientos negativos y me levanté enérgicamente de la cama para darme una buena ducha caliente. Necesitaba sentirme limpia, amaba esa sensación. Así que llené el ofuro con agua, lo llené con sales de baño y me zambullí. Estuve como 20 minutos con los ojos cerrados pensando en la nada, disfrutando del silencio, cuando de pronto un sonido me hizo dar un pequeño salto. Miro hacia mí izquierda y la luz de mi celular estaba prendida. Di un respingo de la emoción al ver que era un mensaje de un número que no tenía agendado. Abrí bien los ojos para corroborar lo que decía el mensaje : elfochin qué esperas para pasarme la ubicación de las paletas?
Sí! Exclamé a los cuatro vientos salpicando agua por todo el baño, y fue en ese momento que una brillante pero loca idea se cruzó por mi mente... y si le pasaba la ubicación de mi casa? Tendría sentido ya que tengo bolsas repletas de paletas aquí. Me las traen mis padres del aeropuerto de Miami cuando pasan por allí. Ademas no se consiguen aquí así que... creo que está más que justificada mi idea! No lo dudé y le envié la ubicación de mi casa, sin agregar nada más. Era cuestión de arriesgar y ver qué sucedía.
Salí rápidamente del ofuro, lo dejé vaciandose y fui corriendo a mi habitación en busca de ropa. Me decidí por unos skinny jeans azul marino y una blusa blanca. Sequé mi pelo y lo deje caer sobre mis hombros, me gustaba dejarlo suelto ya que en la escuela no podía hacerlo. En eso mientras me observaba frente al espejo escucho sonar el timbre. El corazón se me salió del pecho, y sentí unos nervios terribles. Ahora qué le diría si se enojaba por haberlo hecho venir hasta aquí? Ya no había tiempo para lamentos, el plan estaba en marcha y no podía tirarme para atrás. Bajé las escaleras tratando de inhalar y exhalar profundamente para calmar la bomba de tiempo que tenía por corazón. Cerré los ojos, me armé de valor y abrí la puerta. Allí estaba él, parado firmemente pero con una vaga expresión de cansancio en su postura. Su cara fue de total desconcierto cuando me vio. Creo que no se imaginaba nada de todo esto, pero ese era justamente el plan. Tenia puesto un atuendo que le quedaba increíble. Jeans azul claro, remera negra y un fino abrigo de hilo negro abierto. De su hombro izquierdo le pendía un bolso que aparentaba estar bastante pesado. Con una mano en el bolsillo delantero de su Jean y la otra sosteniendo el bolso, posó sus ojos semi abiertos sobre mi, observándome de arriba a abajo detenidamente y exclamó:
M:- mmm? Que haces tu aquí, elfochin? Acaso vendes paletas o qué?
Y:- Se puede decir que algo así... Adelante pasa, si quieres... ( dije casi susurrando muy avergonzada).
Sentía las mejillas hervir. Mientras sostenía la puerta para abrirle paso a Murasakibara, me llevé la otra mano a una de ellas y era como tocar el sol. Para mis adentros rogaba que no se me note físicamente el calor que invadía mi sangre.
Y:- Adelante ponte cómodo ( y le señalé el sofá). Quieres algo de beber?
Lo observaba caminar lentamente hacia el sofá. Daba la impresión que le costaba mover su propio cuerpo, no por falta de estado físico, sino porque siempre lucia fatigado, como si le diese pereza hasta respirar.
M:- Cualquier cosa que esté fría está bien (me replicó mientras dejo caer todo el peso de su cuerpo sobre el sillon).
Camine intentando parecer relajada hacia la nevera. Saqué dos bebidas frías y me estiré hacia el armario para sacar dos vasos. Lo observé de reojo y vi que me estaba mirando con esos ojos penetrantes. Me sonroje al darme cuenta que estaba mirándome las caderas, por no decir otra cosa. Serví en un vaso la bebida para él y con la otra mano sin darme cuenta posé la lata de gaseosa sobre mi mejilla para bajar el rubor. En eso cuando estira la mano para tomar el vaso me dice:
M:- qué sucede elfochin, acaso tienes fiebre?
Y:- Para nada, exclamé. Acabo de darme una ducha caliente y todavía siento el calor. Por cierto, a qué no sabes quien tiene todas las paletas de frambuesa en esta ciudad (le dije en tono juguetón).
M:- eh? Es una broma? Y por qué deberías ser tú la dueña de MIS golosinas?
Y:- Pues ocurre que TUS golosinas provienen de USA, y por ende soy la única persona en esta ciudad que tiene bolsas repletas de ellas en su habitación.
Los ojos le brillaron como a un niño cuando oyó decir BOLSAS REPLETAS. Se levantó bruscamente, tomó mi mano y exclamó: llévame a ellas.

Murasakibara: Me Vuelves Loca (Aún Escribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora