Por primera vez pude observarlo desde una perspectiva de una persona de 2m de altura, y wow! Me sorprendió ver que era más bello de lo que se veía desde abajo. Vi como los mechones de su cabello morado caían de forma revoltosa sobre su cara, dándole un aspecto más rebelde del que solía tener usualmente. Sus ojos lucían penetrantes como siempre pero esta vez tenían un brillo diferente. Miré su torso y era perfectamente esbelto, tenía una espalda ancha como de dos o tres hombres corrientes, sus brazos lucían fuertes y marcados al igual que su abdomen. Con el dedo índice y el pulgar de su mano derecha tomó mi blusa y me la quitó delicadamente. Ahora ambos estábamos con los torsos al aire, exceptuando que yo llevaba ropa interior aún. Su piel daba la impresión de ser terriblemente sedosa y tuve que corroborarlo, así que posé mis manos sobre sus hombros para poder sostenerme y deslicé una hacia su brazo y la otra hacia su espalda. Vaya que era suave el desgraciado! Tocarlo había generado que mis piernas se abrieran aún más y que apriete sus caderas con mis muslos, como si no quisiera dejarlo ir. Sintió la fuerza de mis muslos y pasó una mano sobre mi cintura y la otra en mi mentón. Apenas rozó sus labios con los mios, me miró a los ojos y exclamó susurrando: Qué me has hecho? Siento una desesperada atracción por ti sin siquiera conocerte. Apenas terminó la frase, sin darme lugar a responder, volvió a meter su dulce lengua en mi boca. Los besos ahora eran desenfrenados, ambos estábamos perdiendo el control. Nuestros cuerpos se tocaban entre sí y podía notarse cierta desesperación salvaje emanando de ellos. En dos segundos me encontraba posada sobre la cama y Murasakibara apoyando sus antebrazos al costado de mis hombros, pendiendo su cuerpo a unos pocos centímetros del mio. Las puntas de su cabello caían sobre mi rostro y a pesar de que ya no estábamos piel a piel, persistía un ardor entre nosotros. Una extraña sensación me abrumaba al ver que lo tenia casi encima mío. Se imponía como si fuese una pantera negra al acecho a punto de atacar y yo una pequeña conejita al borde de ser devorada.
Tomó una pequeña distancia para apreciar mis pechos y añadió: Tu cuerpo es... sencillamente increíble.
Y creo que notó cómo me ruboricé internamente al escucharlo decir esas palabras porque agregó con voz calma: No tienes de qué avergonzarte ni mucho menos de qué temer... Se que puedo parecer algo torpe y brusco por mi gran tamaño ( y desvió la mirada a un costado como si estuviese apenado por su propio cuerpo, el cual para mi era perfecto).
Al escucharlo decir eso sentí que debía consolarlo de cierto modo ya que, no quería que piense que temía a causa de cómo lucía físicamente, entonces exclamé como si estuviese casi pidiendo disculpas: Oh no... por favor no digas eso. Yo no temo por cómo luces fisicamente, por el contrario... me siento perdidamente atraída hacia ti.
Listo, mi bocaza había hablado por demás. En el intento por querer consolarlo terminé haciendo una confesión.
Lo miré temiendo a su respuesta. Pero no añadió palabra alguna, por el contrario su cuerpo habló por él. Hizo una sensual pero leve sonrisa de costado y sentí como sus caderas se reposaron sobre mi vientre, metiendo entre mis muslos su enorme erección. Mis piernas estaban abiertas acogiendo en el medio parte de las suyas mientras hundía un poco más su pelvis contra la mía. Sin perder más tiempo escabulló una mano por detrás de mi espalda y de un sólo y rápido intento desabrochó mi corpiño. Como si sus dedos fueran pinzas, tomó un lado del corpiño y me lo quitó por completo, dejando al descubierto mis pechos. Inesperadamente posó su mano sobre uno de ellos y comenzó a masajearlo apaciblemente, lo cual hizo que se me erizaran los pezones de placer. Sentía las yemas de sus dedos tocarme dulcemente y volvió a besarme. Los besos, sus masajes y la erección sobre mi eran un combo peligroso, que estaba liderandome a que salga una parte salvaje que no conocía de mi misma. La respiración se me hizo más profunda y agitada.
Perdiendo cada vez más el autocontrol, mis manos apretaron fuertemente su trasero presionandolo contra mi pelvis. Se sentía de maravillas... era corpulento, firme y musculoso, se notaba que todo su cuerpo era atlético. Había algo más firme y corpulento además de sus nalgas, pero estaba entre mis piernas... la cual percibí que creció de tamaño al hundirlo en mi. Acaso pensaba crecer indefinidamente? Me causaba completo placer sentirlo tan grande sobre mi, pero a su vez sabía que debía temer por el dolor que iba a causarme su penetración (si es que ocurría, porque a decir verdad todo esto fue muy precipitado).
Mi vientre ansiaba tenerlo dentro y en busca de eso, perdiendo el dominio de la poca cordura que me quedaba, comencé a apretar sus caderas hacia adentro y luego relajaba mis manos para que vuelvan a su posición inicial. El deseo de quitarnos el resto de ropa que nos quedaba aumentó fervientemente. Ya no podía soportar más aquel Jean apretando mi cuerpo, solo quería sentir la presión directa de su piel contra la mía.
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Murasakibara: Me Vuelves Loca (Aún Escribiendo)
FanfictionHistoria con muchos detalles íntimos de un tierno romance pasional entre una chica occidental y un enorme adolescente basquetbolista amante de los dulces. Warning: contenido explícito (Súper lemon). Enjoy!