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-Que quieres decir con eso?

-Que harás lo que yo órdene, arreglate viene que nadie se de cuenta de quién eres, seguirás finjiendo que eres una esclava y vendrás cada ves que te llame y harás lo que ordene- el quito la tela de mi cuerpo dejando al descubierto mi cuerpo totalmente desnudo, acomodo nuevamente la tela cubriendome a la perfección como siempre y me ordeno que lo esperara en el campamento.

Volví al campamento donde me recibió Lana muy preocupada, no quice contarle que el no creéis que fuera su hijo, por ahora era mejor que el pensará lo contrario. Quizás debía buscar a Elisabeth y pedirle ayuda, quién más que ella decíara que yo estuviera lejos de Bastian.
Esa misma noche mientras dormía en una de las carpas junto a las demás embarazadas, senti que tocaban mi hombro.
Asustada gire para ver el rostro de Bastian iluminado por la luz de la luna.

-levantate- lo dude un poco pero luego obedecí, me hizo seguirlo hasta el río.

-Que hacemos aquí?- pregunté dudosa.

-No, la pregunta es que hace usted aquí con nosotros, los esclavos a los que siempre aborrecio.

-Nunca te aborreci, por el contrario- respondí nostalgica.

-Si claro, yo era su juguete- esas palabras eran con odio- me uso hasta que llegó un hombre de su nobleza para desposarla nuevamente.

-Ahi odio en tus palabras, se que no fui buena...pero no buscaba lastimarte, simplemente quería tenerte al precio que fuera- confesé avergonzada.

-Y me tuvo, por mucho tiempo

-No, nunca te tuve, siempre te tuvo ella, yo quería más que tú cuerpo pero nunca lo tuve. Así que cuando Frank llegó decidí dejarte en paz he intentar ser feliz yo también.

-Que palabras tan falsas, de verdad usted cree que yo le creeré estás absurdas palabras, no soy tan idiota- escupió esas palabras con ironía.

-A está altura no me importa si me crees o no, solo una cosa me importa.

-Que?

-Mi hijo.

-Ahi Anett, yo también estuve ilucionado con la llegada de mi hijo y adivina qué...tu lo matastes- por dios no creí que podría sentir tanto pánico como el que estoy sintiendo ahora- si es mejor que te preocupes, porque no veo motivos para permitirte ser feliz con tu hijo cuando yo no tengo al mío.

-Bastian....que harás conmigo? Dímelo de una maldita vez- pidió rendida al llanto. El se acercó a ella y lentamente la despojo de su ropa, acarició sus pechos y mirándola fijamente el también se desnudo- buscas matar a este bebé cómo lo hicistes con el primero?

Bastian se congelo en ese mismo instante, ese recuerdo lo había enterrado muy en el fondo y no deseaba sacarlo nuevamente, pero era obvio que ella lo tenía muy presente. Cuando el tuvo esa confección de ella, sé sintio aliviado de saber que su sangre no se mesclaria con tal serpiente, pero ahora cuando el volver a verla ni por asomo se parecía en lo que le generaba antes, era muy díficil. Cuando el se marchó de la hacienda lo hizo enojado de descubrir que ella estaba embarazada de el conde y que muy pronto se casarían, ella ya no lo veía como antes ya empezaba a perder el interés hacia el y aunque fuera masoquista eso no le gustaba. Aceptar que nunca más tocaría ese cuerpo esbelto, claro, perfumado, delicado y apetecible le costó mucho y hoy después de meses la tenía ante sus ojos solo para el, era su momento de hacerla suya. Pero ahora ya no sabía que debía hacer.

La rebelión del esclavoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora