-Siempre fuí yo

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Son las 14: 25, de un sábado, que tiene ese extraño aroma a domingo, y la quietud de casa. Estoy sentada en mi escritorio, y simplemente te observo, pero como es posible? si lo que está frente a mi, es la ultima pared de mi cuarto. Te estoy viendo, la pared cada vez que elevo mi vista se transparenta, y estas ahí, en la misma circunstancia tan critica como la mía, de querer estar a mi lado, y no poder hacerlo. Te veo con enojo, mientras se me escapan las manos por tocarte, y el enojo se debe, a que lo que nos separe sea una pared transparente, tan frágil como el querer permanecer lejos de tu cuerpo. Puedo sentir como tu brazo quiere extenderse e intentar traspasar esa pequeña y frágil lamina que nos limita, a enroscar nuestros cuerpos en un solo lugar, puedo sentir, porque siento lo que sentís, y compartimos la misma adrenalina, de querer sentirnos sabiendo que no podemos hacerlo.

Estas tan en sintonía conmigo tras esa pared, que sabemos que siempre existió, pero que nunca nos detuvimos a pensar que un día, así siendo la mas frágil, ninguna la rompería. El tiempo nos esta limitando, pero tampoco nos pusimos a pensar, que si a nuestro tiempo no lo valoramos, el próximo, ya no llega para unirnos, si no, para limitar, esos dos centímetros de nada que suele quedar entre tu boca y la mía.

Siento vibrar, cada una de tus cuerdas vocales, tratando de gritar que por favor corra a tu lado, las siento, porque son las mías quienes reclaman tu presencia, y porque cuando nunca compartimos un sentimiento, hoy, estando a unos pocos metros, comparto tus sentimos y mas. Quizás trate de decirte, que la pared así como separa, nos une mas que nunca.

Como es posible, que sabiendo que la pared jamas va a romperse, no nos levantamos y damos la vuelta. Es que podría quedarme a vivir, sentada en este lugar, mirándote a los ojos y quizás mi muerte seria mas rápida, quiero decir, que no podría soportar tenerte a metros y no tocarte. No estoy dispuesta a girar ,ni mirar para otro lado, sin pensar la única solución que me lleve a tenerte frente a mi, con tan solo el mínimo espacio de siempre, tres centímetros ya son demasiado, no es que no pueda acostumbrarme, es que no quiero hacerlo.

Nadie dice nada, pero aun así te escucho respirar, es la mezcla perfecta entre una desesperación que pide a gritos tocarme, y la mas calma, de saber que es única forma, en la estoy frente a ti. Comienzas a amacarte en  la silla del escritorio, y simplemente mi vista baja a observar como son tus pies quienes generan ese movimiento, tenes la mirada perdida, sigo mirando tus pupilas, estoy lejos, pero son tan grandes, que tengo yo en este momento el privilegio de contemplarlas. Ni tus pupilas ni yo vamos a ceder hasta tenerlos en frente.

Estoy de espaldas, solo quiero mirarte, y en eso levantas la mano y señalas detrás de mi, no quiero girar, quiero seguirte mirando, pero insistes, y créeme que nadie quiere decirle que no a ese par de pupilas. Entonces estoy girando, y al girar por completo, observo una puerta, abierta, y estas llorando, después de tanto, ahora soy yo la que llora, porque la puerta siempre estuvo en el mismo cuarto, y jamas me atreví a mirar detrás de ti para ver, que vos también tenias una, y soy yo, la que nunca se permitió mirar, que el estar tan lejos tuyo, no era mas que mi culpa, y estábamos muriendo, teniéndonos lejos, por le simple hecho, de que yo jamas quise sacarte la vista de encima, y buscar cualquier tipo de escape, para llegar a tocarte.

Y tu mano tampoco sede, es tu dedo indice quien me indica el mismo lugar, y las lagrimas aumentan, porque estas pidiéndome por los ojos que cruce la puerta y vaya a buscarte, yo ya no siento mis pies, no puedo moverme y tampoco ir a buscarte.

La Invisibildiad de amar otro cuerpo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora