Shugi:
Seguí corriendo lo más rápido que podía. Amaba notar la hierba bajo mis sandalias y cómo el viento me abombaba el pelo hasta rizarlo y que pareciera un nido. Los árboles más altos del bosque me ocultaban bajo su sombra mientras miraba al cielo esperando que Midorima no me encontrase. Tropecé con una piedra y caí colina abajo. Me raspe las rodillas y los brazos, pero aún así sonreí.
—¿Pretendias escapar? —Takao me sonrió desde la espalda. Sus enormes alas de Tengu negras descendieron hasta rozar el suelo— ¿Te has hecho daño? Eso te pasa por correr. -Me tendió una mano con una mueca- Recuerda que tienes que cuidarte. Midorima me mataría si te pasase algo ahora.
—No me e hecho daño. —Me puse en pie y le sonreí— Y no escapaba, estoy en mi guardia.
—Midorima no tardará en llegar, así que se lo tendrás que explicar a él.
—No hay problema. Además, si me hecho daño a sido por tu culpa.— Cruze los brazos sobre el pecho con arrogancia— Lo que pasa es que intentaba frenar un poco, todos los Tengus sois muy lentos. Y al intentar frenar tropecé con una piedra y...
Una sombra muy grande y oscura cayó sobre mi. Me detuve. Detuve hasta mi respiración. Sabía que era él y que odiaba que le llamase lento. Lo sabía bien pero me encantaba verlo enfadado. Aún así al ver el rostro de Takao sabía que esa vez no me iba a salvar.
Sus alas eran las más fuertes de los cuatro montes, y trajo con ellas un viento tan frío que terminó de enredarse hasta el último mechón y mi kimono se ondulo. Su gran mano se puso sobre mi hombro mientras se subía las gafas.
—Así que ¿somos muy lentos? —La sonrisa se Takao se ensanchó— Puede que tengas razón.
Me giré hacia él, se había relajado. Midorima miro a Takao.
—Últimamente Shugi se ha vuelto más rápida y tú más débil.
—¿¡Yo?!
—A partir de ahora entrenaras con los Tengus más jóvenes todas las mañanas. —Miro tras su espalda— La clase de vuelo debería comenzar ya, nanodayo.
—¿¡Qué?!...
Takao desapareció entre las ramas de los árboles.
—¡Gracias! — Me lancé a los brazos de Midorina con una gran sonrisa.
—Debe ser por tu sangre Oni. Eres de las más rápidas y de las más fuertes.
Me toqué la cabeza, orgullosa. Ese cuerno típico de los Onis estaba arrancado y notaba bajo el pelo un bulto. Jamás crecería. Era la marca de mi pasado, la única visible.
De pronto Midorima me cogió la mano. —No pienses más en eso, no vale de nada. -Descendió la mirada hasta mi estómago. Aunque no había cambiado de gesto su mirada se endulzó- No habrá consecuencias, quizás ni se note.
—Lo sé. —Sonreí— Pero no puedo evitarlo.
Tiro de mi subiendo de nuevo la cuesta por la que se había caído.
—¿A dónde vamos? —Pregunté sin poner resistencia.
—Al templo a curarte esas heridas. Más que nunca ahora tenemos que tener cuidado con tu estado, eso incluye tus escapadas matutinas.
Logré que me soltase la mano. Nos detuvimos juntos una vez habíamos subido la cuesta.
—Este lugar es muy bonito, ¿no crees?
Midorima miró a su alrededor.
Llevábamos toda la vida en esa montaña. Crecimos juntos bajo esos árboles.
Cuando era pequeña y no tenía amigos siempre iba a ese mismo lugar, en busca de Midorima. Él me hablaba de cosas fascinantes y al final nos hicimos amigos. Incluso ahora, que somos un poco más que amigos, sigo viniendo a este lugar para recordar cuando Midori vivía. Y tiempo después nuestro hijo también lo haría. La única marca que me queda de esos tiempos es la katana que Aonime me regaló en el funeral.
—Sigue siendo igual que ayer. —Como siempre Midorima me corto el royo.
Le cogí la mano y me puse frente a él. Fui muy rápida en ponerme en puntillas y rozar sus labios. Antes de que se sonrojarse o me recriminara por eso seguí corriendo, colina arriba.
La última vez en ese monte Aonime me dio su catana.
Estaba sola en mitad de la nada. No quería estar sola. Sentía que había alguien siguiéndome. Sentía que no podía huir o pelear. Sentía que me habían abandonado. Ni siquiera Murasaki se había quedado conmigo. Todos se habían ido.
Entonces alguien me cogió la mano y me miró.
—Nos vamos a casa.— Dijo, y extendió sus alas.
Desde entonces no nos vemos separado.
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Sakura No Omoide (Aonime/Kagami/Midorima)
FanfictionTras el asesinato de Midori y Kuroko, Diosa de la tierra y Dios del hielo, el mundo de los espíritus se ha derrumbado. Las puertas del más allá esperan impacientes a que alguien las abra de nuevo, los reinos se han dividido y los Milagros han desapa...