Kise: Septiembre blanco

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Kise arrastraba su largo kimono blanco sobre las hojas que el viento había esparcido en el suelo. Tenía ocultas sus manos bajo la manga contraria del brazo, con una sonrisa de media boca y el ceño fruncido. Kise estaba orgulloso de sus pequeños cuernos enroscados, de su piel blanca y perfumada y de sus uñas extremadamente largas.

-Es tan molesto cuando no hay temas de conversación, ¿verdad? -Las afiladas garras del Oni se elevaron a su lado indicando que podía caminar junto a él.
Iseei, ignoró su gesto.
Cabe esperar que el acompañante de un demonio sea otro de su misma raza, pero ella era un premio que Kise lucía allá por donde iba. Iseei hacía tiempo que se había acostumbrado a que la gente pensase así, pero el demonio siempre terminaba por perder el interés. Las joyas terminaban perdiendo brillo en sus manos, los kimonos se le hacía repetitivos y, en consecuencia, siempre se deshacía de ellos.
Pero hacía años que Iseei estaba con él y aún no la había aborrecido.

Los ojos dorados de Kise observaron el largo pelo blanco de Iseei. Era obvio que, de cierto modo, sí que era un objeto. Quizás la joya más hermosa que poseía, quizás la muñeca de trapo que había guardado desde niño, quizás no valiera una moneda pero, para él, era importante.
Iseei tenía los ojos dorados y grandes, la piel pálida y un cuerpo casi sin curvas. Lo que a todos le gustaba de ella eran sus orejas. Unas grandes orejas, similares a las de una liebre. Eso indicaba que era un espíritu del bosque. Según decían atraía el dinero y la buena fortuna. Y si ella moría en tus brazos, recuperarías lo más querido y perdido.

Supersticiones estúpidas, pensaba Kise, motivo por el que intentaban cazarla cuando aún era niña.
Kise se detuvo frente a un lago. Cuando se arrodilló para reflejarse en las ondas el torso de una mujer rubia emergió del agua.

-¡Ah, Kise~sama! -La sirena se mordió el labio inferior con las mejillas rojas y el lago entero se llenó de hermosas sirenas intentando llamar la atención de Kise.
Él cogió el mentón de una de ellas con una sonrisa complacida. Adoraba ver a las mujeres peleando por poder estar apenas unos segundos con él, decía que era parte de su naturaleza. Las mujeres no podían resistirse a su encanto: era amable, cuidadoso en sus palabras y transmitía seguridad en todo lo que hacía. E Iseei no era una excepción.

Le miraba en la orilla sonriendo a más y más mujeres, ignorándola a ella. Al final apartó la mirada y ocultó sus manos bajo las mangas.
"Soy un trofeo para él" Se decía "Incluso si le gusto, sólo le gusta exibirme a otros".

Kise la miró por el rabillo del ojo y su sonrisa desapareció mientras volvía al lado de su compañera.
-Bueno,¿alguna sabéis dónde está Momo~chinn?
Una de las sirenas se hundió en lo profundo del lago.

Kise invitó a Iseei a recostarse en sus piernas, pero ella lo ignoró.
Una cabellera rosa ascendió a la superficie y Momoi respiro profundo el aire del bosque. Se acercó a Kise, quien ni siquiera la saludo. Se acercó a ella y le susurró:

-Dile a Aonime~chin que estoy de camino.

Sakura No Omoide (Aonime/Kagami/Midorima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora