El aeropuerto estaba más tranquilo que la vez anterior, y le fue fácil facturar su equipaje. Todo había vuelto a la normalidad; el cielo azul estaba despejado, igual que cuando llegó.
Anunciaron su vuelo y caminó casi a ciegas sin ver más que su triste futuro; no tenía ninguna ilusión ni esperanza. Llevaba la cabeza gacha sin saber hacia dónde se dirigía, sólo seguía a los demás pasajeros.
-¿A dónde diablos crees que vas?
Con brusquedad, la voz de Dan la hizo volver a la realidad, mientras él le ceñía el brazo con la fuerza del acero. Se volvió y notó que Dan tenía el
rostro enrojecido por la furia. Parecía incapaz de controlarse, estaba violento y Anna se estremeció de temor.
No pudo hacer otra cosa más que mirarlo con fijeza y mover la cabeza. Ella regresaba a casa, al sitio que le correspondía, y le evitaba a él la pena de tener que decirle otra vez que se fuera. Pero, ¿por qué estaba tan enfadado? Quizá ella debía haber esperado para despedirse de él, pero había sido incapaz de hacerlo; ya se había despedido muchas veces de Dan.
-¡Han anunciado mi vuelo! exclamó.
Dan la sacudió, echando chispas por los ojos y emitiendo un peligroso sonido desde el fondo de su garganta.
Su furia llamaba la atención y Anna, preocupada, miró alrededor.
-Sabes que tengo que irme, Dan. Tienes que comprenderlo.
-¿El qué? ¿Comprender que regresaste a mí, que dormiste conmigo y que te arrepentiste y por eso regresas al lado del médico que nunca tiene tiempo para ti? ¡No, no lo comprendo!
-Dan, por favor -trató de soltarse, pero él la sujetó con más fuerza.
-¿Puedo ayudarla, señorita? -un hombre, seguramente con tendencias suicidas, se acercó, y Dan se volvió hacia él como un tigre, con el fuerte cuerpo tenso como el del animal, presto para matar.
-¡Sí, dejándonos en paz!
-No hay problema, gracias -le dijo Anna al desconocido. Dan parecía harto y casi la arrastró para alejarla de la pista.
-¡Mi equipaje está en el avión!
-¡Mereces tener problemas! -gruñó- Es lo único que me has dado toda la vida. .
-¡ Ya no!
Anna trató de liberarse, pero él la miró amenazador.
-Puedo sacarte a rastras de aquí.
Anna decidió acompañado y todas las personas presentes los observaron.
-¿Pueden?.. -rogó con la mirada a la empleada en el mostrador.
-¿Bajar sus maletas del avión? Lo intentaré –la diversión en la voz de la mujer sólo la hizo avergonzarse más, pero, al menos, ya no tendría que ver más miradas divertidas. Dan casi la arrastraba y permitió que la gente pensara lo que le diera la gana.
Un taxi los esperaba y Dan la empujó hacia adentro, sin soltarle el brazo, al parecer seguro de que ella abriría la otra puerta para salir corriendo.
-Ya veo que la ha alcanzado, señor Toren --el moreno rostro sonriente la
miró por el espejo retrovisor y Dan gruñó:
-La tengo, ¡llévenos al hotel!
Anna no tenía nada que decir y de todos modos no se atrevía a hablar. Dan estaba furioso, fuera de control. ¿Qué esperaba él de ella? ¿Deseaba que se quedara para entretenerlo mientras Daphne no estaba? ¿Realmente creía que deseaba regresar con Bryan o lo había dicho sólo como excusa? ¡La noche anterior, él la había amado y luego la había mantenido abrazada! ¿Qué tipo de persona creía que era ella?