A su regreso los encontró hablando en voz baja, pero Dan ni siquiera la miró.
-¿Lo has arreglado, Anna? -Elaine le sonrió-. ¿Vendrá Bryan a la boda? .
-Lo siento, Elaine, pero como les falta personal, no puede salir del hospital ni por un día.
-Él es médico -le explicó Elaine a su hermano- El año pasado terminó su carrera y ahora cumple con el internado en el hospital. Cuánto lo siento, Anna -sonrió-. No importa que no venga, pero espero que seguirás con la idea de ser mi primera dama de honor.
-Por supuesto que sí -se dio cuenta de que Dan la observaba ahora, aunque no hizo comentario alguno
-Voy a ayudar a Edna con los platos.
Anna se concentró en lavar los platos con tal energía que Edna manifestó que estaba más tranquila sin su ayuda. Pero Anna no la escuchaba. Estaba abstraída en sus pensamientos, repasando tiempos pasados y reflexionando sobre les peligros que el porvenir traería consigo.
Encontró a Dan solo cuando regresó a la sala, y Anna no tuvo oportunidad de salir furtivamente. De todos modos no habría podido hacerlo, porque él se había vuelto al oír que la puerta se abría. Dan se sacudía agua de la chaqueta y ella le miró como si estuviera muy interesada en sus movimientos.
-¡Estás mojado!
Había sido una tontería decir eso, pero al menos había disimulado su azoramiento. Miró alrededor como si esperara encontrar a Elaine escondida y, como de costumbre, su nerviosismo irritó a Dan.
-Elaine se ha ido a acostar -le informó él a secas-. Estoy mojado porque llueve y he ido a guardar el coche en el garaje. ¿He respondido bien a todos los puntos?
-¿Eso has hecho? -sabía que lo miraba con fijeza, que volvía a acostumbrarse a él y, durante un momento, Dan pareció impacientarse.
-¿El qué? ¿Guardar el coche? No, me lo impidió un Polo blanco. ¡Lo
han dejado abandonado delante de la puerta principal!
-Lo lamento, de habérmelo dicho...
-¿Es tuyo? -se apoyó contra la repisa de la chimenea con las manos dentro de los bolsillos y sin quitarle los ojos de encima.
-Sí, tu padre me lo regaló cuando cumplí veintiún años.
-Hace cuatro meses -comentó y la sorprendió. También la asombró el hecho de que él supiera que ella seguía viva. Quiso salir, pero al parecer, Dan deseaba hablar.
-¿Piensas regresar a casa cuando termines tus estudios? -preguntó él.
-No lo he decidido -Anna mintió al acercarse a la ventana y ver la noche oscura y lluviosa- Por el momento tengo muchas cosas en la mente. El matrimonio de Elaine, los exámenes y...
-Ha debido ser una conmoción muy fuerte para ti, Anna -murmuró el escritor- Tenías sólo siete años cuando viniste a Langford Hall. Papá fue como un padre para ti. ¡Ojalá yo hubiera estado aquí!
-Intentamos ponemos en contacto contigo -respondió de inmediato, a pesar de que Dan no estaba enfadado.
-Querrás decir que intentaste ponerte en contacto conmigo -la corrigió-.
Conozco bien a Elaine. Se
desmorona frente a cualquier crisis; no tiene tu fortaleza.
-Nunca imaginamos que su corazón... -el hecho de que Dan la alabara era algo extraño y perturbador, y se obligó a volverse para decirle lo que la atormentaba desde la muerte de Gavin-. ¿Vas a vender Langford Hall, Dan? Espero que no, porque eres rico. No necesitas dinero. No soportaría pensar que alguien...
