Capitulo 1

3K 49 1
                                    

Anna sabía que amenazaba lluvia, pero siguió caminando por el bosque. Se suponía que caminar calmaba los nervios, pero en ese momento nada podría tranquilizada. Levantó la vista hacia las copas de los árboles gigantes, que habían sido

testigos de cambios y visto a mucha gente que había vivido y muerto en Langford Hall. Ninguno de ellos pudo ser tan querido como Gavin Toren. Ella le había querido como a un padre y su repentina muerte la había dejado sin consuelo. Ella no era una Toren, sino una Mazzini, y siempre lo había sabido. A pesar del cariño y cuidados que Gavin le había prodigado y de su profundo amor y amistad por Elaine, Anna nunca había olvidado que sólo era una huérfana bajo la tutela de Gavin y que no era una Toren. ¡Dan se había encargado de recordárselo!

Pronto, muy pronto, llegaría Dan. Anna se irritaba al pensar que tendría que acatar cualquier decisión que él tomara, porque no podría hacer nada al respecto. Dan pronto se enteraría de los planes futuros para Anna y si

él se molestaba tanto como ella, las cosas resultarían bien. De cualquier modo había suficientes problemas y Anna no quería aumentar los pesares de Elaine. Por primera vez en la vida, Dan tendría que escucharla.

Anna no lo había visto durante cuatro años, desde que tenía casi dieciocho años y acababan de aceptarla en Oxford. Quizá ya no era el mismo; tal vez ahora a Dan no le importaba Elaine. Quizá querría vender Langford Hall. El se pondría furioso por la nueva res-ponsabilidad que habían depositado sobre sus hombros. Pues bien, Anna tendría que afrontar la situación. ¡El no sería el único furioso!

Al llegar al extremo del bosque y mirar Langford Hall a través del extenso prado, notó que el cielo estaba casi negro. Cada vez que veía las elegantes, bellas y equilibradas líneas de la vieja mansión georgiana, sentía una emoción extraña, y en ese momento la observó con más detenimiento que de costumbre. Quizá pronto dejaría de verla para siempre. Todo dependía de la decisión de Dan. Todas las esperanzas y temores de Anna se concentraban en esa casa, así como sus sueños infantiles.

Respiró con fuerza y se dirigió a la mansión. No solía dejarse llevar por la autoconmiseración. Por su

parte, Elaine tenía suficientes preocupaciones para que también se pusiera a consolarla. Entró en el gran

Vestíbulo cuadrado y al escuchar voces, se volvió hacia la sala. No oía la de Dan porque aún no había llegado estaba segura porque el único coche aparcado frente a la fachada era su propio Polo, que Gavin le

había regalado cuatro meses antes, con motivo de su vigésimo primer cumpleaños. Las lágrimas le nublaron la vista. No volvería a ver a Gavin Toren y ella tendría que valerse por sí sola.

-Dan llegará en medio de un temporal -al ver a Anna entrar, Elaine habló con calma, a pesar de lo que sentía. Estaba arrebujada en el sofá, cansada y preocupada, y Anna olvidó sus pensamientos al ver la palidez de su cara.

-Es posible que no llegue -hasta mañana -declaró Edna.

Resultaba evidente que Edna, el ama de llaves de los Toren, había estado hablando con Elaine, y Anna movió la cabeza mientras decía:

-¡Vendrá pronto, esta misma noche!

Elaine sonrió y su cansado rostro se iluminó un momento mientras miraba a Anna.

-Me parece misterioso que siempre adivines cuándo llegará Dan.

Quizá sea la sangre galesa que llevas por parte de tu madre.

«Tal vez se deba a que siempre he tenido que defenderme de Dan, por lo que he desarrollado un instinto que me previene», pensó Anna con amar-gura, pero sonrió mientras Edna salía de la habitación.

Obsesión peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora