22- Huli Jing. -

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22:
-Huli Jing. -

Paxton aún no regresaba a casa, y su padre tenía mucha curiosidad por la caja metálica, algo le decía que debía abrirla, lo estaba llamando.

Busco miles de formas para poder abrir la caja pero no pudo, hasta que presionó uno de los dibujos no supo cuál sólo vio como la caja se tornaba de un color muy oscuro. Esta comenzó a calentarse al punto de ya no poder sostenerla entre sus manos y cayó al suelo, de su parte superior una brisa transformada en remolino de aspecto oscuro se hizo visible y se apoderó del cuerpo del señor Lee como si una presencia maligna se apoderase de un cuerpo. La caja nuevamente se cerró y volvió a su color plata.
El cuerpo del señor Lee cayó rendido al suelo

La vuelta a casa fue rara. Todo ah sido raro desde que volví de la feria.

Mi hermana y madre se habían ido a un viaje de negocios, lo que significaba que estaba solo en casa con mi padre. Pero estaba raro, algo había cambiado en el, su mirada, su aspecto, su habla, todo en el había cambiado. Estaba como enojado, le molestaba todo y siempre decía que había un aroma horrible, a putrefacción... no tenía idea a lo que se refería, pero decía que venía de mi. Me gritaba y llegó a levantarme la mano para golpearme pero siempre terminaba empujandolo.

Fue cuando me di cuenta, que la caja de plata había sido abierta.
¿Tuvo algo que ver el contenido de la caja con la actitud de mi padre?, quizás estaba siendo paranoico... o quizás no. Cuando le pregunté sobre el contenido de la caja el se molestó aún más y comenzó a golpearme.

El Huli Jing, quien según la carta se mantenía guardado dentro de la caja de metal significaba Espíritu Zorro. Mejor dicho Zorro de nueve colas, un espíritu animal capaz de adquirir forma humana, de un hombre o mujer hermosa con poderes, hasta inmortalidad si así se lo permite, con la suficiente esencia de luna, además pueden ser espíritus buenos o malos... es una creencia muy común en China. Recuerdo haber leído sobre eso, pero no creí que le daría importancia hasta ahora.

Si estoy en lo correcto, si mi padre abrió el cofre de plata y el espíritu entró en su cuerpo, entonces tengo que averiguar cómo sacarlo.

-Quítate ese maldito olor -respiro fuerte dejando que el aire entrará hasta las profundidades de sus pulmones.

-Que olor? -dije sin saber a qué se refería exactamente.

-Ese aroma a putrefacción, lo detesto, ya no lo aguanto! -se acercó a mi muy violento, tanto que los ojos le brillaron de un negro muy profundo y vacío como nunca. Su mirada estaba pérdida y cegada por el asco, la rabia.

-Papá ya basta! -le grite en el precioso momento que me tomo de la camisa y estampó toda mi espalda contra la pared. -Dije que ya basta!

Su cuerpo salió volando apenas empuje su cuerpo con mis manos, sentía como mi cuerpo desprendía un leve calor fuera de lo común, enseguida mi padre se incorporó y sus ojos brillaron de un rojo muy intensos, llenos de ira, no era él.
Me golpeó incontables veces, me defendí, pero no lo suficiente. Cuando se cansó de golpearme se fue, y dejó mi cuerpo ahí tirado, como pude subí las escaleras y me encerre en mi cuarto, me sentía más seguro allí, fuera de su alcance.

Abrí la ducha y me quite la ropa con gotas de sangre, mi cuerpo tenía hematomas cada día que pasaba iban aumentando su tamaño y tinte, sin mencionar que tenía cada vez más cantidad de ellos.
Me alegra que mi madre no este aquí, y mi pequeña hermana igual, no podría tolerar que mi padre haga con mi madre y hermana lo mismo que conmigo. Al imaginar eso pude ver como mis ojos cambiaban de color a un turquesa brillante y mi aura se veía de un color celeste agua, puedo llegar a decir que me sentía asustado al ver esa figura a mi alrededor, el de un dragón. Como aquella vez de niño en el incendio del orfanato.

¿Que era yo?, ¿Era la misma persona de la foto con aquella chica? "Aquella chica", esa chica, muy parecida a Madeleine, hasta podría decir que somos nosotros y nuestro destino era poder encontrarnos. Elijo creer, a esta altura ya no me sorprende nada.

El color de mis ojos desapareció y mi aura se desvaneció, me duche y vestí, sentía que la cabeza se me iba a reventar, sentía una presión horrible, tanto que caí al suelo y como pude llegue a la cama, hasta que mi vista se volvió borrosa y oscuro.
Lo único que quería era ver a Madeleine, la extrañaba, habían pasado días desde que no la veía, no había asistido a la institución para no dejar solo a mi padre, saber en el estado que estaba me hacía desconfiar en dejarlo salir sólo de la casa.

Quería ver sus ojos, deseaba sus labios, de tan sólo pensar en ellos me ayudaban las manos, quería escuchar su voz, ver sus mejillas ruborizarse, quería verla. Sólo a ella.
No sabía si era una ilusión o realmente estaba ahí, pero ahí estaba ella, junto a mí, dormida en un Plácido sueño quizás, iluminada sólo por la tenue luz de la pequeña lámpara a un lado de la cama. Su pequeña frente se arrugo y abrió esos hermosos ojos, echo un rápido vistazo a la habitación hasta encontrar mis ojos, como podía ser tan hermosa, una criatura tan pequeña llena de belleza. Quizás era exagerado, pero así lucía para mí... era tan hermosa como siempre la soñé, mi Madeleine.

Dragón Blanco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora