| AU SHORT FIC
El destino actúa de maneras extrañas así como el amor. Separados por mas de dos años, sin ningún contacto entre ellos después de terminar su relación, un accidente llega a cambiar todo en la vida de ambos. Rebecca Wood solo recuerda...
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❝Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve.❞
—Martin Lutero
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En ocasiones hay palabras que se escapan de la boca de forma sencilla, tal vez para encubrir a un amigo, para salvarnos de algún aprieto o problema o porque queremos aplazar aquello que consideramos inevitable, aquellas famosas palabras que se usan para beneficiarse personalmente se les conoce como mentiras, pero así como se es bueno para decirles se tiene que ser bueno para recordar que las mentiras tienen fecha de caducidad, nunca se sabrá con certeza cuál es la fecha exacta y eso es lo pero de todo, porque llega de improvisto.
Existen todo tipo de mentiras, las mentiras piadosas que usan solamente para no "lastimar" a otra persona, las promesas rotas, las mentiras que se hace uno mismo o las peores de todas, las mentiras intencionadas, pero uno debe de ser consciente que no importa qué tipo de mentira se diga, nunca podremos saber cuál será la consecuencia o la reacción que la otra persona tendrá cuando se entere, las mentiras son un arma de doble filo.
Las semanas habían comenzado a pasar demasiado rápido, marcando con un paso acelerado casi imposible de sentir la fecha de caída de toda la serie de mentiras que Louis Weasley había dicho en orden de recuperar y cuidar a la chica que él aún amaba. Durante esas largas semanas la vida le fue poniendo diferentes señales de advertencia, pero no fue hasta aquella tarde que el rubio por fin se dio cuenta que su tiempo junto a la castaña se acabaría muy pronto.
— ¿Podrías pasarme las fresas que están en el refrigerador? — preguntó la castaña mirando de reojo al rubio que se encontraba sentado leyendo un viejo libro. — ¡Louis!
El rubio soltó una leve risa al escuchar su pequeño reclamo y se levantó enseguida dirigiéndose a la cocina, donde se encontró a Rebecca tratando de cargar una licuadora, hielo, leche entre otras cosas. Louis se apresuró a ayudarla y dejo las cosas en la barra de la cocina junto con las fresas. Sin duda aquello se sentía como su rutina normal y estaba mal acostumbrarse.
— ¿Se puede saber que estás haciendo Becca? —le preguntó Louis con curiosidad a la castaña, mirándola con un gesto lleno de ternura. —Cuántas veces te he dicho que no puedes cargarlo todo tu sola, puedes caerte y no sabemos cuánto pueda afectar eso.
La castaña hizo un ligero puchero y rodó los ojos. —Lo sé, pero te veías tan entretenido leyendo tu libro que no quise molestarte, además sabes que odio que tratante de hacer las cosas por mí. —le recordó Rebecca cruzando sus brazos sobre su pecho.
—Siempre tan testaruda. —le reprochó el rubio dejando un tierno beso en la frente de la castaña con una sonrisa de media luna en sus labios. — ¿Ya me dirás que ibas a hacer?
