No hace mucho en una gran ciudad, en un gran edificio, vivía una pequeña niña, con sus padres y sus muñecos. La niña vivía muy bien, no pasaba hambre, y tenía una habitación llena de juguetes para ella sola. Sin embargo, ella no tenía ni un solo amigo.
Sus padres le habían enseñado a hablar y escribir, pero la niña seguía sin hacer amigos. Pues en su boca, vivían cómodamente dos seres despreciables, que la mantenían cautiva. Eran el Señor Miedo y Doña Vergüenza.
Habían llegado hacía mucho tiempo a la boca de la niña. Y de ahí, nadie los había podido expulsar. Cada vez que la niña quería hacer un amigo, Doña Vergüenza gritaba desde la comodidad de la lengua dónde se recostaba plácidamente a dormir: ¡Ellos no quieren hablar contigo!
El eco de su grito, resonaba cómo susurro en la cabeza de la niña, y la pequeña no volvía a intentar hablar con los demás niños.
Por otro lado, el Señor Miedo, siempre dispuesto a no perder su humilde casa, solía gritar cada tanto: ¿Estás segura que quieres hablar con ellos? Quizás ellos no quieren ser tus amigos. De ese modo, la pequeña siempre tenía miedo.
Una tarde en la escuela, se realizó un sorteo, quien ganara, tendría que subir al escenario de la escuela, a recitar un poema. Todos los niños, incluidos nuestra pequeña, escribieron bellos poemas. Y para sorpresa de muchos, resultó que la niña ganó.
Ella llegó muy feliz a su casa, y le contó a sus padres que había ganado. Ellos la felicitaron y se alegraron mucho. Pero entonces la niña dijo que no subiría a recitar su poema, ya que siempre tenía miedo y vergüenza.
Su madre, que había pasado por lo mismo a esa edad, le aconsejó.
-El miedo y la vergüenza, siempre viven juntos, y si no los expulsas, jamás se irán, y te controlarán toda la vida.
-Pero ¿No puedes echarlos tú, mamá?
-Temo que no, eres tú, quién debe hacerlo, nadie más puede.
-¿Y cómo lo haré?
-Eso es fácil, abres la boca, y con tu mano más diestra, sacas a la vergüenza, y luego haces el mismo procedimiento con el miedo.
El día en que la niña tenía que recitar su poema, sus padres y sus compañeros, esperaban sentados bajo el escenario. La niña, antes de subir, decidía abrió la boca, y con su mano más diestra, sacó al miedo de su boca. El señor miedo pataleaba, mientras que doña Vergüenza gritaba. La niña botó al señor miedo en un cesto de basura, y luego a Doña Vergüenza.
La pequeña, jamás se había sentido más ligera y más alegre. Subió al escenario, y recitó su poema, pudo hacer amigos y jamás volvió a tener miedo o vergüenza.
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Cuentos con Magia, para niños que aún creen en fábulas
Short StoryCuentos y fábulas infantiles originales, para todas las edades.