"La verdad puede ocultarse, pero no extinguirse" (Frank Lloyd Wright)
Mi cabeza daba vueltas ante las infinidades de preguntas que surgían sin cesar.
¿Quién habrá sido? ¿Mis padres? ¿Dónde esta la cueva de los artilugios? ¿Por qué no reconocía ninguno de estos lugares?
En estos mometos me sentía tan inútil como una botella de agua al revés, tan pero tan llena que en algún momento desbordaria de incertidumbre.
Salí de mi cuarto notando que mi respiración se agitaba con cada paso. La intriga estaba carcomiendome, necesitaba llegar cuanto antes a destino.
Pero ¿Quién podía ayudarme a llegar?
Me detuve ante esta pregunta. Pensé en Noah o Aria, pero ellos contestaban pocas o ninguna de mis pregunta. Aparte de estos, también estaba Alex, el extraño hombre lúgubre que ni siquiera me dirigía la palabra, el tampoco serviría de mucho.
Mire por la ventana y la respuesta surgió tan rápido como la misma gravedad.
Leo.
εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εї εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз
No podía pensar en otra cosa que no fuera verlos. Ver la mirada de mi madre. No la mirada que me había dejado la última vez, sino esa que siempre tenía al despertarme, la que siempre tenía al mirarme jugar. No podía esperar ver a mi padre con su barba crispante y sus ojos tan transparentes que no podrían jamás engañar a nadie. Mis manos temblaban del nerviosimos y el aire que azoto mi cara al salir, aumento el deseo de verlos de manera incontrolable.
— ¿Podemos hablar un minuto? — Dije interrumpiendo la risa de los chicos, haciendo que estos dejarán de jugar y me miraran de reojo.
— Sip, hermana — Afirmo Leo con tranquilidad, parándose y desempolvando sus grises pantalones — ¿Qué sucede? — Susurro mientras nos alejabamos poniendo su brazo en mis hombros como si fuera un reunión secreta, haciendo que inevitablemente me agachara y me pusiera a su altura.
— Necesito que me ayudes a llegar a la cueva de los artilugios — Anuncié con tono suave y tranquilo ante su mirada que inmediatamente se frunció.
— ¿Para qué? — Ladeo la cabeza dejando que sus ojos brillarán con la luz.
—Tengo que ver al alguien — Contesté secamente.
— ¿A quién? — Insistió.
— Escucha Leo — Me separé mirandolo desde arriba — No me gusta la idea de que siempre estés preguntandome cosas pero, si me ayudas, cuando volvamos responderé a cada una de ellas.
Por alguna razón, las palabras sonaron más como las de mi madre que como las mías, haciéndome recordar aquel día en el que inocentemente acepte su trato, tal y como Leo hacía ahora.
— Esta bien — Sonrió el confortablemente — Vamos.
Y aferrandose de nuevo a mi brazo, me guió a través de las cabañas con su hurón pisandole los talones.
εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εї εїз~εїз~εїз~εїз~εїз~εїз
— Basta Birch — Reprimió con fastidio — No puedes ser tan llorón.
Así había estado todo el camino. Mirando a su mascota con el ceño fruncido, hablando como si este en realidad le respodiera, cuando en realidad lo único que Birch hacía era seguir con pasos desgastados y patas cortas a su dueño.
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Alas de Mariposa
FantasyEn un mundo en donde la verdad es tragedia y el futuro una esperanza por renacer, Sara, descendiente de grandes medicos, deberá cumplir con su predestinado y engorroso camino, empezando por el momento en el que sus padres la dejan ver la realidad de...