Eiji movió la nariz de derecha a izquierda, un gesto bastante recurrente en los conejos cuando sienten curiosidad u olfatean un aroma agradable.
Skip rio desinhibido al contemplarlo mostrando el blanco de sus dientes que solo logro acentuar el color negro ébano de su piel. Sus manitas empujaron la charola deslizándola con facilidad sobre la mesa al tiempo en que contemplaba como crecía el brillo en los ojos de Eiji al observar fascinado como el pastel de zanahoria era colocado justo frente a él.
—Así que es cierto —dijo con tono afirmativo el chiquillo de tez obscura. —Eres un Jersey Wooly.
Eiji parpadeo y asintió feliz mostrando una sonrisa brillante que cautivo al niño.
—Pero Ashu me ha pedido que no se lo diga a nadie —comento el conejo como meditando la situación y angustiándose un poco por haber confirmado una sospecha del menor.
—Entiendo porque —comento el chico un tanto triste mientras tomaba asiento en el sofá junto a la cama de la enorme habitación de Eiji, luego recobro su efusiva actitud. —Yo aunque aún soy un cachorro, pertenezco al linaje de poderosos osos negros. Cuando crezca seré aún más imponte que Ash —aseguro el niño orgulloso golpeando con su puño derecho el centro de su pecho como para recalcar su fuerza.
Eiji asintió, tomo la cucharita de la bandeja enterrándola con delicadeza sobre el postre, antes de preguntar —¿Y ya puedes transmutar? —bastante interesado.
—No —respondió Skip meneando la cabeza. —Yo no puedo controlarlo. Las veces que lo he intentado siempre término siendo mitad y mitad. La verdad parezco un monstruo, con el cuerpo de un humano pero las patas y manos de oso. O peor aún, con solo la cabeza —exclamo avergonzado cubriendo con sus manos su rostro.
—Solo es cuestión de practica —consoló Eiji elevando la cuchara para llevarse casi la mitad de la rebana de pastel a la boca. —Esto esta delicioso —aseguro dejando salir un gemido de dicha.
—Qué bueno que te gusto. Tuve que recorrer media ciudad para conseguirlo —conto Skip con la mirada iluminada.
—¡Eh! De verdad. Entonces deberías comerlo tú —y el conejo tendió la charola con el plato en dirección al chico.
—No, lo he traído especialmente para ti. Bueno es una clase de ofrenda —aclaro Skip rascándose la mejilla con el dedo índice. —Quería que me contaras como hiciste para ser tan cercano a Ash en tan poco tiempo.
Eiji ladeo de nuevo la cabeza, no entendía muy bien la pregunta porque para él la relación que mantenía con el rubio era exactamente la misma que Ash le daba a todos. Pero ya que no podía contestar satisfactoriamente la duda del niño pues le daría otra cosa.
—¿Qué te parece si te ayudo para que puedas transmutar sin problemas?
A Skip le brillaron los ojos.
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Ash llego a eso de las cuatro de la tarde azotando las puertas de la mansión, en su rostro se notaba el estrés y tención acumulados durante el día. Decir que mataría con la mirada era quedarse corto, por eso sus subordinados procuraban no atravesarse en su camino. Temblaban de solo pensar quien terminaría siendo el blanco de su desquite.
Una melodiosa risa resonó en la amplia casa llamando poderosamente la atención del Lince. Sonaba con campanillas, alegres, vibrantes y armoniosas. Una segunda risa se escuchó y esa sí que la conocía. Así que a pasos presurosos deshizo el camino que lo separaba del sonido.
Ash abrió la puerta de un empellón y al mirar la escena frente a él pasaron dos cosas; una, llevo su mano instintivamente al arma que siempre cargaba en la cintura; y dos, cuando apunto dudo en jalar el gatillo.
Porque ciertamente era una estampa extraña ver un cachorro de oso negro hacerle cariñitos a un conejo atrapado entre sus patas.
Había sacado su arma solo por mero reflejo al ver al conejo en medio de las patas del depredador, y se quedó estático al notar que se trataba ni más ni menos que del pequeño Skip.
—Mira Ash, ya puedo mantener mi forma animal —presumió el cachorro soltando al conejo, saltando de la cama y corriendo a recibir al Lince.
—Ya veo —dijo el rubio sonriendo de lado. Luego de dejar una leve caricia sobre la cabeza del osito sus pies lo llevaron directamente al conejo, quien hecho bolita sobre la cama movía la nariz. Ash lo tomo con cuidado acunándolo sobre su pecho y sintiendo el suave pelaje, así como quedando fascinado con aquellos ojos negros que lo observan. —Luces mejor así —murmuro contra una de las orejas del Jersey Wooly —incluso me dan ganas de tomar una siesta contigo a mi lado.
El conejo se estremeció mientras intentaba ocultar su rostro entre el hueco del brazo y pecho de Ash.
Ash rio, se giró en dirección a Skip para avisarle que tomaría una larga siesta y no debían molestarle hasta la hora de la cena.
Skip acepto la orden dando saltos antes de salir de la estancia, iría a mostrarle a toda la pandilla que ya podía transformarse.
—Ahora, vamos a la cama —dijo Ash saliendo del cuarto para dirigirse a su dormitorio.
Una vez ahí, coloco al Eiji sobre el suave colchón. De hecho se tomó su tiempo para observar como las patitas traseras de conejo ahuecaban la mullida superficie antes de soltar todo el peso del pequeño roedor.
—No te lo había dicho antes —comento Ash quitándose la camisa de manera tan sensual que Eiji tembló atusándose el rostro con las patas delanteras. —Pero no quiero que le muestres tu forma real a nadie. Esta vez lo pasare por alto, porque Skip es apenas un cachorro, pero para la próxima... —y mientras amenazaba su pantalón toco suelo y su cuerpo se fue llenando de pelo hasta mostrar su verdadera naturaleza.
Eiji se estremeció y dio varios pasos hacia atrás moviendo la colita y las orejas hasta quedar pegado a las almohadas al contemplar al preciso y peligroso lince que trepaba a la cama.
Ash ronroneo cuando su cuerpo al fin rodeo al conejo. Sus patas delanteras lo abrazaron posesivamente, acomodo la cabeza y soltó un suspiro.
—No te muevas, porque despierto con bastante facilidad —advirtió Ash antes de cerrar los ojos y quedarse dormido.
Eiji corrió sus ojitos de un lado a otro. Su pecho se inflaba y desinflaba con rapidez fenomenal y su nariz... su nariz volvía a moverse de manera rápida.
¡Auxilio! Pensó sin atreverse a decirlo en voz alta por temor a despertar a Ash.
¿fin?
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Instinto
Bilim KurguEl milagro del amor humano, es que, sobre un instinto muy simple, el deseo, se construyen edificios de los más complejos a los más delicados sentimientos. Frase de André Maurois