Arthur no era un hombre con el que se pudiera jugar y muchos lo sabían. Aunque obviamente no más de los que le temían o respetaban a Ash Lynx.
―Entonces, ¿lo harás? ―pregunto el hombre de edad madura al tiempo en que sus dedos mesaban su bigote.
El despacho de techos altos y decorado al estilo Al Capone le eriza el cuero cabelludo a Arthur quien aprieta los dientes con tanta fuerza que pensó se estrellaría. El doctor Abraham Dawson le había salvado la vida al lograr que los hombres de Lynx lo dieran por muerto después del fiasco que resulto el asalto a la mansión, así que estaba de más preguntar, era obvio que lo haría para saldar la deuda que tenía, y de paso le mostraría sus habilidades al clan Lee. Pues con Golzine fuera del juego la mafia china es prácticamente indestructible.
―Solo debo traerle el espécimen ―puntualiza Arthur.
Dawson asiente feliz.
―Yut-Lung lo extrajo de mi laboratorio hace tres años. Pero no tenia evidencia suficiente para comprobarlo y sus hermanos se negaban a confrontarlo, pero hace una semana al parecer Ash Lynx recibió un obsequio de su parte y si mis suposiciones son correctas, entonces mi mejor muestra esta en sus manos.
Arthur torció la boca, rodo los ojos y soltó un suspiro. Le importaba un reverendo pepino como o porque Ash termino siendo dueño de un experimento, él solo quería que el estúpido galeno fuera al grano y le dijera que debía buscar, así podía irse y entrar a la mansión, tomar el encargo y matar a Ash de una buena vez.
―Y lo que voy a buscar es... ―tajo Arthur arto de la perorata y tanto secretismo.
―Un Jersey Wooly ―responde Dawson con orgullo.
―¿Perdón? creo que no escuche bien ―Arthur lo mira como si se hubiera vuelto loco.
―Un conejo Jersey Wooly ―vuelve a repetir el médico. ―El ultimo de su especie.
―Debe ser una broma ―dice el rubio, porque es por demás sabido que están extintos.
―No, no es broma. Ese conejo es muy importante, tanto que los Lee están dispuestos a pagar lo que sea para recuperarlo. Si llegas a tener éxito podrás pedir lo que quieras.
Arthur sonríe como demente mientras su mente hace uno y mil planes de lo que será de su futuro sin mata a Ash y toma al roedor.
―Lo tendrá pasado mañana por la noche Doctor Dawson.
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*****
.
Ash muerde con ganas, puede sentir el dulzor de la carne que sede bajo sus colmillos y libera endorfinas que le encrespan los sentidos y le erizan la piel. Sus ojos se dilatan mientras que su nariz inhala desesperado por un poco más de aquel aroma dulce. Sus oídos captan el pequeño gemido lastimero que Eiji produce. Se miran directo a los ojos y entonces Aslan Jade Callessen no puede menos que gruñir con satisfacción mientras sus dientes se hunden aún más.
Eiji arquea la espalda y hecha la cabeza hacia atrás mientras jadea, sonido casi afrodisiaco para Ash.
―Hazlo más despacio ―pide Eiji con las mejillas coloradas y las pupilas brillantes. Aprieta las piernas alrededor de la cadera del rubio aguantando un gemido.
Ash ignora la petición, succiona y luego lame.
―¡Por Dios! ―grita Shorter con la cara roja como farola y resopla, ha visto apenas un par de segundo la escena, pero es más de lo que puede aguantar. ―Vayan a su habitación.
Ash mira a su amigo sin moverse de su lugar, justo entre las piernas de Eiji, a quien ha sentado sobre la isla de la cocina para poder inspeccionar bien la herida que se ha hecho el conejo al cortar las manzanas que utilizara para preparar un pay de manzana que piensa servir en la cena.
Herida que provoco el lince por estar distrayéndolo, porque odia verse abandonado, desplazado por un postre que ni siquiera está destinado a ser únicamente para él. Entre jugarretas Eiji ha errado con el cuchillo y Ash pensó que era mejor "tratar" amorosamente la cortada que disculparse.
―Es solo una maldita cortada ―dice Shorter con pena ajena.
Ash y Eiji parpadean, el rubio sonríe lascivamente, porque sabe lo que su amigo se está imaginando, así que sujeta fuertemente la mano de Eiji para acercar el dedo herido una vez más a su boca, lame y succiona con mayor sensualidad de ser posible la sangre que brota.
Eiji se muerde los labios y protesta. Apenas era un pequeño corte, pero debido al "tratamiento especial" de Ash se ha hecho un poco más grande y la sensación de su sangre siendo drenada se siente condenadamente bien, tanto que no puede evitar exhalar el nombre del rubio en un quejido que suena demasiado erótico y tinta sus mejillas de carmín.
Shorter abre la boca, luego la cierra con fuerza indignado cuando Ash descaradamente pega todo su cuerpo al del conejo y sujeta con su mano la cintura del pelinegro para evitar que se aleje. Sale a toda prisa de ahí. Menea la cabeza e intenta sacarse de la mente la idea de que el pay nunca va a llegar a la mesa porque los ingredientes van a ser utilizados de otro modo. Eso y que ahora gracias a esos dos su entrepierna punza necesitada.
―Maldición ―gruñe buscando llegar a su cuarto lo más rápido posible.
Sube de dos en dos los escalones, toma el pomo de la puerta y entonces regresa sobre sus pasos como si la vida se le fuera en ello porque por el rabillo del ojo a alcanzado a ver al menor de toda la pandilla.
―Skip, no entres ahí―grita Shorter al ver como el niño empuja la puerta, pero sin mirar dentro porque toda su atención está puesta en Shorter.
El niño ladea la cabeza sin entender la razón de su reacción. ¿Que podría haber de malo en la cocina?
―¡Eh! ¿Por qué no debería entrar? ―pregunta el niño.
―Sí, ¿Por qué no debe entrar? ―cuestiona Ash con sonrisa pícara pasando al lado de Skip.
Shorter mira con rabia a su supuesto mejor amigo antes de dar media vuelta y subir las escaleras aporreando el piso.
―Maldito idiota ―resopla y esta vez sí se encierra en su cuarto con la firme convicción de no salir de ahí hasta el día siguiente.
¿continuara?
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Instinto
Science FictionEl milagro del amor humano, es que, sobre un instinto muy simple, el deseo, se construyen edificios de los más complejos a los más delicados sentimientos. Frase de André Maurois