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Había vivido una vida de educación privilegiada.

Había sido mimada y consentida; prodigada con elogios cuando seguí los deseos de mi padre y empecé a coser apenas a los diez años de edad.

Vaughn y yo vivimos una vida de decadencia y cultura.

Producciones de teatro, clases de cerámica, de lenguaje y tutores a disposición, incluso lecciones de esgrima.

Gracias a mi educación, tenía talentos que nunca usaría, y un cerebro lleno de educación inútil.

Siempre sentí como si hubiera nacido en la élite. A pesar de trabajar doce horas al día y trabajar duro en los talleres, no envidiaba al negocio de nuestra familia por absorber mi vida y convertirme en otra pieza más en el Imperio Weaver.

Era recompensada generosamente, obtuve placer de ver crecer algo, y nunca quise una vida diferente.

Sin embargo, hubo algunos momentos en los que nuestra riqueza me hizo consciente de mi misma. Encontré difícil hacer auténticos amigos en la escuela. Estipulaciones llegaron con cualquier conexión, y me volví la chica invitada a una pijamada o fiesta, sólo porque llegaba con una tarjeta de crédito que traía pizza y bebidas ilimitadas.

Era otra razón por la que gravitaba hacia mi gemelo. V tenía el mismo problema. Se enamoraba de una chica, sólo para que ella rompiera con él en el momento que le compraba el collar que había estado pidiendo.

Los dos éramos lastimados por otros y nos volvimos refugiados a causa de ello. Se supone que el dinero hace la vida más fácil, pero era más una maldición que una bendición. Y nunca había sentido tan intensamente que cuando me hallaba de pie en las líneas laterales del partido de polo y observaba al hombre que me poseía galopando hacia arriba y abajo.

Yoongi lucía... libre.

Por primera vez desde que lo conocí, se veía... feliz.

Su rostro se encontraba vacío de toda responsabilidad.

Su cuerpo líquido y elegante.

Sus ojos cálidos y oscuros mientras se inclinaba sobre la cruz de su caballo y golpeaba la pelota con tanta fuerza que se deslizaba como un cometa por el campo.

Allí afuera escapaba de todo con lo que vivía y el odio que sentía hacia él, el disgusto y desesperación por encontrar a mi familia enterrada en el páramo, se suavizó.

No podía odiar a alguien que vivía en la misma jaula que yo. No podía odiar a alguien por ser una simple herramienta para su padre. Y definitivamente no podía odiar a alguien que pasó toda su vida en busca de una salida.

Antes, cuando llegamos, y la luz solar se derramó mientras la rampa del camión se abría, sufrí una necesidad incesante de huir. Las personas y los espacios abiertos y coches todos esperaban para ayudarme a huir de los Mins. Sería tan fácil ¿no? Escapar de alguna manera de la atención de mis guardias y lanzarme a un espectador con cuentos de deudas absurdas y trato inhumano.

Podría ser salvada.

Podría ir a casa.

Pero me detuve e hice preguntas a las que dudaba alguna vez encontraría respuestas. ¿Por qué se quedaron mi madre, abuela y bisabuela? ¿Seguramente, ellas encontrarían oportunidades como ésta y escaparían?

Sabía las razones de mi procrastinación: quería ser la última Weaver tomada. Pero mis antepasados... ¿cuál fue su razonamiento? ¿Tal vez compartieron el mismo objetivo que yo, creyeron que podrían cambiar su destino o asesinar a los Mins en su lugar?

Endeudado: Segunda Deuda//MYG Y TÚ//+18 [TERMINADA T3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora