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Había terminado.

Existía en una neblina de calor y oscuridad reconfortante. No tenía conciencia, estrés o preocupaciones. 

Me sentía feliz

Este inframundo no tenía estipulaciones ni reglas acerca de la forma de ser. Solo era. Sin pensamientos corrompiéndome. 

Me gustaba aquí.

Prefería aquí. 

Me hundí más y más en la suavidad ondulante. 

Pertenezco aquí. 

Entonces algo tiró de mi mente. 

Lo quité, volviéndolo una pelota, haciéndolo invisible.

La negrura se oscureció, queriendo mantenerme tanto como quisiera mantenerla.

Pero el tirón vino de nuevo, más duro, más fuerte.

Luché.

Pero era tan persistente. Escarbó en mi mente, rompiendo mi unión feliz y arrastrándome de mala gana a las profundidades. 

Se arruinó mi alegría. 

Se rompió mi felicidad. 

¡No! 

Me volví salvaje.

No puedes llevarme. 

Pertenezco aquí. No allí.

Aquí tenía una sensación de infinito. No era solamente humana, era mucho más.

No quería ir.

Me gusta aquí. 

Aquí donde no me importa, no deseo o no temo.

Pero lo que sea que fuera no escucharía. Me tiró más y más rápido de mi santuario. 

La oscuridad se descoloró, haciéndose más y más brillante.

No tenía otra opción, solo precipitarme hacia la luz, rompiéndome en dos con tristeza.

Entonces todo se desintegró.

La oscuridad. La comodidad. El suave calor.

Todo desapareció.

Me quedé inmóvil, completamente perdida y vulnerable.

¿Dónde estoy?

Algo brilló resplandeciente y vivo en mis ojos. Parpadeé con dolor, viendo un eco del intenso color amarillo del sol. 

Las nubes se han ido.

Parpadeé nuevamente. Trayendo a foco el mundo que una vez conocí.

Me hizo desear estar ciega.

Con mi vista llegó un despliegue de sentidos cuando mi alma se deslizó de nuevo en un cuerpo que ya no quería, dando vida a los miembros que se volvieron un cadáver.

Había algo que tenía que hacer en este mundo. Algo sumamente importante.

El conocimiento se estrelló contra mí con pánico fresco.

¡Respira!

No podía respirar.

Una sombra cruzó el sol abrasador, apretando labios suaves contra los míos. Mi nariz se apretó, entonces una enorme bocanada de aire silbó por mi garganta, trayendo el dulce, dulce oxígeno.

Mi pecho se expandió, luego se desinfló.

No era suficiente. 

Más. Dame más.

El portador de vida entendió, una vez más, llenándome de aire junto con el perdón, la tristeza y el pesar.

Vomité.

Unas manos fuertes me voltearon, dándome palmadas solidas en mi espalda mientras vomitaba cargas de lago.

Dolía.

Dios, dolía.

Mis pulmones se dieron vuelta con agonía cuando el órgano sobrecargado dejó de intentar sobrevivir con agua, en su lugar, extendió las manos impacientes por aire.

Con el aire llegó la vida, y con la vida llegó el conocimiento de que me había muerto.

Lágrimas brotaron de mis ojos.

Había muerto.

Y lo prefería. 

Me hundí en la desesperación.

¿Cómo me di por vencida tan fácilmente?

Entonces, la comprensión me inundó de quién era y dónde me encontraba.

Era _____.

Esta era la Segunda Deuda.

Todo alrededor de mi representaba a los Min.

Los Min bastardos y traidores.

Luego ya no importó.

El dolor me envolvió en un manto pesado, apretándome desde todos los ángulos. Agonía como nunca había sentido antes me azotó como una tormenta. Una agonía que vivía en mi cabeza, mi corazón, mis huesos y mi sangre.

Todo dolía.

Todo había muerto.

Volver a la vida era una auténtica tortura, me dio la bienvenida un anillo de demonios.

—Regresa a mí, _____. —Yoongi respiró en mi oído, apenas registrando la paralizante agonía en la que vivía—. No voy a permitir que me dejes. —Lamió una lágrima que se escapó de mi ojo—. Aún no. No voy a dejar que te vayas, todavía no.

No podía mirarlo.

No podía escucharlo.

Por lo tanto, me centré en un punto en la parte superior de la colina, en un punto negro resaltado por el sol menguante.

No, un punto no. 

Una mujer.

De pelo oscuro y gracia femenina.

Jasmine.

El verla me robó la tensión. Me relajé. Mis músculos chillones pararon de crispar, fundiéndose en el barro sobre el cual me encontraba.

Ya no necesitaba pelear más.

Jasmine se encontraba majestuosa con honor y resplandeciendo de orgullo, exactamente como se esperaba de cualquier descendiente Min.

Tuve la extraña urgencia de saludarla, de pedirle misericordia.

¿Cómo era posible que alguien pudiera empuñar tanto poder incluso mientras se hallaba tan rota como yo?

Me ahogué y volví a la vida.

Había sido arreglada.

Sin embargo, Jasmine nunca lo haría.

Mis ojos se dirigieron de su bello rostro a sus piernas.

Suspiré con simpatía por tal difícil situación.

Ruedas sustituyen piernas. Puntos de apoyo en lugar de zapatos.

Jasmine Min estaba paralizada.

En silla de ruedas y aislada.

Todo de repente tuvo mucho más sentido. Acerca de Yoongi. Su padre. Su hermana.

Y entonces todo se volvió demasiado.

Y flote en nubes esponjosas.

Me despedí por segunda vez.

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Endeudado: Segunda Deuda//MYG Y TÚ//+18 [TERMINADA T3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora