capítulo 9

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A la mañana siguiente me encontrabafrente a la gran mansión y aunque aún faltaban al menos 20 minutospara que esta estuviera en sus funciones tradicionales, las puertasestaban completamente abiertas.

Pero hoy había algo diferente, tal vezera el clima que aunque nublado solo parcialmente centraba laoscuridad en todo el lugar. Entré y no vi a Marcos por ningunaparte, eso no era normal.

Mi cuerpo comenzó a sentir unasensación extraña cuando reanudé mis pasos hasta la siguientepuerta, el salón, que generalmente gozaba de una buena iluminaciónparecía bastante a gusto con el clima dejando todo en sombras.

Algo me decía que me preparara, porpoco me estrello contra una armadura que sostenía una gran espada,cuando recobré el equilibrio, quedé frente a una pintura, enespecífico la de una dama, posaba de manera natural en un planomedio corto, esquema Rembrandt*, no miraba hacia en frente y meembobé detallando su perfil, sus dimensiones sobrepasaban las de unapintura normal, lo que hacía que su retrato fuese a escala real.

De repente, ya sea debido a laconcentración o a quién sabe qué otro factor, la chica de lapintura me miró; la satisfacción en su expresión y su risa frívolase me antojaron un mal presagio.

Sin tener tiempo de reaccionar ante sumirada, ella se salió de la pintura abalanzándose sobre mí. Supiel perfecta se transformó en una mezcla de carne grisácea yamoratada, sus ojos fueron dos focos de luz roja y demoníaca.

Retrocedí ante la sorpresa, pero misreflejos fueron más rápidos cuando choqué contra la armadura y learrebaté la espada. Blandí esta con agilidad y encaré a la chicademonio que ahora tenía la boca abierta de una forma antinatural,casi como si quisiera tragarme.

Sin embargo cuando fui a abalanzarmesobre ella, algo pareció advertirle de otra presencia a parte de lanuestra y en un abrir y cerrar de ojos, el demonio regresó a sulugar y cambió nuevamente a la chica dulce e inocente que se suponíarepresentaba la pintura.

Giró su rostro hacia un lado, no sinantes mirarme una última vez y desviar su mirada a la posiciónoriginal.

¿qué diablos?

-¿Quésucede?- preguntó a quien reconocí como Marcos, estaba en el otroextremo del salón, las luces se encendieron y yo dí un paso atrás.Tropecé con los pedazos de armadura que ni siquiera sabía que habíavuelto añicos y caí de culo al piso.

-Sinceramente, notengo idea- el chico se apresuró a ayudarme a levantar- lamento lode la... armadura.

-Oye, no tepreocupes, los accidentes pasan- me sonrió calidamente y caminamoshacia la puerta que daba al campus. Pude notar cuando dirigió unamirada recriminadora hacia la pintura. Pero deseché dicha ideainmediatamente.

¿Me estaría volviendo loca?

-¿Qué sucede?-preguntó Jared con su voz ronca nada más ver que me acercaba alcampus.

-Al parecer Jude leagrada a Stafy- respondió Marcos con una sonrisilla nerviosa mirandohacia otro lado.

La mirada pícara yalegre que tenía Jared cuando nos interceptó, se esfumó en unsegundo.

-¿Qué?- volvió apreguntar, esta vez con mayor énfasis y mirándome a mí.

-Lo siento, creoque arruiné una armadura. No sabía que tenía nombre- Marcos casise atraganta con su saliva y Jared se relajó un poco.

-No. No. Es queStafy...-comenzó Marcos, pero Jared lo interrumpió tomándome delbrazo y guiándome hacia las instalaciones del lado opuesto delcampus- ¡Está bien!- gritó Marcus ya a lo lejos- IGNORADME, no sonlos primeros que lo hacen.

MECENASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora