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capítulo dos No entenderías, Samantha.
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❝ No si, si pendejo de nace, no se hace. ❞
˗ˏೃ⁀➷❑┊samantha garcía.
—Esto es una mala idea.
Levanté rápidamente la cabeza, momentáneamente obstruida de ver a Angus por mi cabello, y cuando pude mirarlo, le lancé la mirada más fría que pude crear.
—Mis ideas son las mejores, por si no sabías —dije, con voz fija, sin emoción—. Los dioses tendrán que escucharme.
—Pero, ¿y si no? —cuestionó Sabrina, desde su posición en el sillón de mi sala de estar.
—Tengo mis maneras —fue todo lo que dije durante los próximos minutos, mientras me preparaba.
El caso es: esa mañana, dos días después de descubrir que el árbol de Thalia estaba envenenado, Argos vino a despedirse de mí, y ante mi cara de confusión que lo hizo soltar una risa nasal, me explicó a base de escritura que había sido despedido. Que Quirón me daría más información.
Claro que fui hecha un basilisco a demandar explicaciones.
Y me encontré con otra sorpresa: Quirón también había sido despedido.
Todo porque los idiotas de los dioses consideraron que la situación del campamento era culpa de él y de Argos. Por ello los despidieron.
El temor se mezcló con el enojo y enseguida ya me había dado media vuelta y me puse en marcha a mi cabaña a prepararme para ir al Olimpo a exigir explicaciones más precisas.
