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capítulo tres Pregúntale a él.
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❝ El proteger no significa ocultar la verdad. ❞
ೃ⁀➷❑┊samantha garcía.
Noto se despidió y emprendió vuelo unos segundos después de dejarme en la azotea de mi cabaña.
Yo me asomé, a ver y a analizar antes de lanzarme de cabeza a la batalla: una estrategia que Atenea me había enseñado hace unos años: si tienes la oportunidad, observar bien a qué te enfrentas.
Los toros de Cólquide eran dos, grandes como un auto, hechos de bronce, con ojos de rubíes, y que, convenientemente, lanzaban fuego por la boca, todo obra de Hefesto.
Hermoso.
Comencé a hacerme una trenza espiga mientras apretaba los labios en un mohín calculador; los toros estaban en la frontera, dentro del campamento. Veía a una patrulla de frontera mandada por Clarisse, formada por diez campistas. Seis, contando a la hija del idiota de Ares, se enfrentaban a los toros. Los otros cuatro corrían como ovejas despavoridas con los penachos de los cascos en llamas. La hierba de alrededor del pino estaba chamuscada, y lo que más me sorprendió fue ver a Sabrina, lanzando lava a uno de los toros, y a Angus, sin casco, como uno de los seis que formaban parte de la patrulla.
Terminé de hacerme la trenza y rebusqué en mi cartera mis armas, y sonreí para mí misma cuando encontré a Skótosei y mi lazo convertido en un arete de oro.
