Prólogo

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Tu rostro en mi pecho desnudo, puedo sentir tu respiración más apaciguada, tus mejillas con subtonos rojizos y tus labios rosados.

No puedo contener las lágrimas al ver esa pequeña forma de vida en mis brazos, su calor, sus latidos, sus manitas que se llenan al tomarme un solo dedo, tu reposo encima de mi es la morfina más poderosa, el dolor de que no salieras se aliviana con lo que veo tu pequeño rostro y tus ojos adormecidos. Tu pequeña cabeza pelona me alegra el día y simplemente no te quiero alejar de mí, éramos uno y ahora somos dos.

—T-te amo —mi voz se escucha paulatinamente entre suspiros y flaqueos. Beso tu frente, mientras una de mis lágrimas recorre uno de tus mofletes y abres los ojos entre parpadeos, moviendo tus manitas sin dificultad—. Después de todo, aquí estás —agrego.

Loto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora