Ayano es una chica fría y rota, incapaz de sentir emociones, totalmente vacía, caminando por la vida sin rumbo o propósito propio, a excepción de una pequeña cosa...encontrar el amor.
Un día simplemente así es, en un momento fugaz del destino lo log...
―¡Listo!― exclamó Ayano con total felicidad, había terminado el altar de su senpai :
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para una persona normal eso seria una muestra de total obsesión, pero, para ella solo significaba el amor que tenía a su senpai—Jaja—soltó una carcajada, eso de utilizarse en una oración que contenga sentimientos, que no fuera "yo no tengo sentimientos", le parecía bastante divertido, lo único "malo" era que solo experimentaba sentimientos cuándo se trataba de algo referente a senpai, aunque a ella eso no le importaba en lo absoluto, porque obviamente todo su mundo era senpai.
—Te amo—lentamente susurró mientras acariciaba la foto de senpai.
«Senpai solo me hace sentir emociones placenteras»
Eso era lo que pensaba nuestra yandere, aunque tomando en cuenta que las emociones que sentía hacía los demás se basaban en furia y odio, obviamente ella tenía toda la razón.
La única emoción que le disgustaba que senpai la hiciera sentir era...pena.
La penaque sentía al tratar de acercarse a senpai era su único obstáculo para poder relacionarse con él, pensar eso la hizo sentir un poco molesta, así que decididamente se puso sus zapatos, tomó su maleta y partió hacía la Akademi High School.
Ayano estaba decidida, ese día le hablaría a senpai .
Ahí lo tenía frente a frente, ella se encontraba parada frente a la fuente donde su senpai suele leer, abrió la boca, trato de articular aunque fuera una palabra—A-h—fue lo único que pudo soltar, y además entrecortado, su cara estaba ardiendo, estaba sudada , y su senpai la miraba con extrañeza, eran demasiadas emociones, Ayano no podía con esto y terminó por salir corriendo.
—Hah—Ayano llego jadeando a la parte de atrás de los vestidores—mierda—susurró—ahora mi senpai pensará que soy una rara—exclamó desilusionada, senpai era su única razón de vivir, y si este la rechazaba, ella definitivamente...
—¡NO!, no hay que pensar en eso, senpai y yo somos el uno para el otro, estamos destinados a estar juntos, ¡no hay manera!—dijo segura, tratando de darse ánimos, sin darse cuenta de que alguien la estaba vigilando...
En cuanto dejó de estar tan terriblemente preocupada, notó aquella presencia, y se giró bruscamente hacía aquel individuo, era un chico de cabello y ojos color naranja que vestía un gakuran abierto dejando ver una camisa rosa con puntos blancos, Ayano abrió la boca y le dijo claramente—¿qué miras?—en un tono de voz profundo y amenazador.
